domingo, abril 06, 2014

La cultura como error



Stanislaw Lem, en su maravilloso y casi imprescindible Vacío Perfecto, original conjunto de reseñas a libros imaginarios, nos habla de un tal Wilhelm Klopper y de su obra jamás escrita Die Kultur Als Fehler (La cultura como error). Allí, nos cuenta como Klopper, metódico representante del pensamiento alemán, refuta las tesis de Whistle y Sadbottham, representantes de la escuela anglosajona, reviviendo el clásico conflicto entre analíticos y continentales. Los autores británicos, férreos defensores del evolucionismo, entenderían todo rasgo o cualidad humana en términos de adaptación al medio, considerando todo lo que no se ajuste a tal esquema como equivocado o erróneo. Klopper citaría un "conocido ejemplo" de Whistle:

[...] supongamos - dice el autor inglés - que en una manada de babuinos el macho más viejo, jefe de la tribu, por pura casualidad empieza a comer los pájaros cazados por el lado izquierdo. Lo hace, por ejemplo, porque tiene un corte en un dedo de la mano derecha y le es más cómodo sostener la presa con el lado izquierdo vuelto hacia arriba. Los babuinos jóvenes observan el comportamiento del jefe, para ellos modélico, y pronto, en la segunda generación, todos los babuinos de la manada darán el primer mordisco a los pájaros cazados por el lado izquierdo. Desde el punto de vista de la adaptación, su actitud carece de sentido, porque para el organismo de los babuinos el lado del alimento por el que empiecen a comer no tiene la menor importancia. A pesar de ello, este tipo de conducta se establece en el grupo. ¿Y qué es esto? Es el principio de la cultura (la protocultura), manifestado en un comportamiento insensato bajo el punto de vista de la adaptación.
A partir de aquí, Sadbottham (¿juego de palabras con sad y Bentham?), filósofo analítico supuesto discípulo de Whistle, concluiría una teoría completa de la cultura como error:
El filósofo británico sostiene en su obra principal que las comunidades humanas  crean la cultura a través de errores, pasos en falso, fracasos, tropiezos, equivocaciones y malentendidos. Los hombres se proponen hacer una cosa y hacen otra. Desean comprender bien el mecanismo de los fenómenos, pero lo interpretan de una manera falsa. Buscan la verdad y encuentran la mentira. Y así nacen las costumbres, los temores, la fe, lo sagrado, los misterios; éste es el origen de preceptos y prohibiciones, tótems y tabúes. Si la humanidad crea una clasificación falsa del mundo que le rodea, aparece el totemismo. Las generalizaciones equivocadas originan el concepto de lo absoluto. De las ideas erróneas acerca de la constitución de su propio cuerpo, los humanos deducen las nociones de virtud y pecado.
A Lem le gustaba más expresarse mediante literatura fantástica que mediante el ensayo o el tratado propiamente dichos. Pensaba que así conseguía una mayor libertad de pensamiento. El problema es que, al hacerlo así, dificulta la interpretación del lector: no sabemos bien cuál es el punto de vista del propio Lem, más cuando se pasa gran parte de sus textos ironizando. Por eso no sabemos hasta qué punto tomar en serio estas ideas por ser, seguramente, una caricatura. Parece muy exagerado inferir del hecho que muchos elementos culturales no tengan una función evolutiva clara, la consecuencia de que toda la cultura es un error.  Es más, parece raro que Lem relacione la filosofía analítica con tesis freudianas, ya que históricamente no han tenido muchos punto en común. Para Freud la cultura es una neurosis surgida del mito primordial en el que protohumanos (bien podrían haber sido babuinos) se sentían culpables por haber matado a su padre al competir con él por las hembras. De este modo surge el totemismo, una serie de rituales religiosos en la que los hombres rememoran cíclicamente este asesinato originario para liberar de algún modo la culpa. Para el carismático vienés la cultura no es exactamente un error, es una cura o un paliativo para la neurosis.

Criticando la postura de Sasbottham aparece la teoría del propio Koppler: la cultura no es un error en el sentido de no ser una adaptación, es un error de otro tipo pero con unos fines adaptativos muy claros:
Así pues, la cultura tiene la misión de suavizar las objeciones, indignaciones y pretensiones del hombre con respecto a la evolución natural, las propiedades del cuerpo, accidentalmente aparecidas, accidentalmente desacertadas, heredadas, sin haberlo deseado, de un proceso de adaptaciones sumarias desarrollado a lo largo de varios millones de años. Víctimas de esta execrable herencia, marcados por el atropello incoherente de debilidades y estigmas anidados en nuestras células, nuestros huesos y nuestra carne, nos enfrentamos con la cultura, abogada defensora de lo que nos es adverso. Su defensa se compone de un sinfín de mentiras y embrollos, de argumentos contradictorios, ora dirigidos a nuestros sentimientos, ora a la razón, ya que para esta abogada todos los métodos son buenos, con tal de que logren su propósito: la transformación de signos negativos en positivos, la de nuestra miseria, nuestra debilidad e infortunio, en la virtud, la perfección y la necesidad ineludibles.  
De nuevo, otra interpretación del psicoanálisis. La cultura es, sencillamente, un conjunto de grandes mentiras para ocultar nuestra miseria real. Es una adaptación, pero en este caso, mental: nos permite vivir tranquilos y felices en un entorno muy hostil. La cultura es el opio del pueblo, pero un opio necesario para soportar una durísima condición humana.

Y entonces llega el tercer momento hegeliano: aparece la ciencia y la técnica como fin de la historia. Koppler se sumaría a este esquema comtiano, en el que la ciencia es la superación de otros momentos más primitivos:
Pero he aquí que, primero lentamente, paso a paso, arrastrándose al principio sobre la chatarra de unas máquinas primitivas, la civilización técnica se introdujo bajo la cultura. Tembló el edificio, se hicieron añicos las paredes de cristal, porque la civilización técnica promete mejorar al hombre, arreglar de veras su cuerpo, su cerebro y su alma. La enorme fuerza, inesperadamente potenciada, de la información recogida durante siglos, que estalló como una bomba en nuestra centuria, proclama la posibilidad de una vida larga, cuyo límite se confunde, tal vez, con la inmortalidad; anuncia una madurez prolongada y pronta, sin envejecimiento; el incremento de los goces corporales y la reducción definitiva de los sufrimientos, tanto "naturales" (senilidad), como "casuales" (enfermedad). Pronostica la libertad donde hasta ahora el azar se asociaba con lo inevitable (libertad de determinar aspectos de la naturaleza humana, reforzar los talentos, conocimientos e inteligencia; libertad de conferir a los miembros humanos, a la cara, al cuerpo y a los sentidos las formas que se prefieran, funciones que duren casi eternamente, etc.). 
Si la ciencia y la tecnología suavizan, o incluso eliminan por completo, las dolencias de la naturaleza humana, el engaño de la cultura ya no tendrá función alguna. No hará falta autoengañarnos porque la realidad, realmente, ya se hará soportable por sí sola. La cultura habrá servido como un escalón, como un paso necesario parra llegar al estadio científico-técnico; pero una vez que hemos subido la escalera, hay que tirarla. Lem enuncia a través de su personaje su posición transhumanista.


1 comentario:

Lansky dijo...

Stanislav Lem es genial y este libro en concreto de falsas reseñas es uno de mis favoritos no sólo de este autor, sino de mi poblada biblioteca. Ahora bien, como sugieres, yo creo que Exageraba e ironizaba. Su ficción no era sólo una forma de sentirse más libre al dar sus opiniones que el ensayo, sino una forma de dar opiniones que eran ocurrentes pero el mismo —de formación científico-técnico— no aprobaba totalmente, entre otras cosas porque no estaban, precisamente, probadas. (que aprendan tantos ‘alegres’ intelectuales de letras.

La cultura, me parece, simplificando mucho, se inserta en el ya superado debate ambiente vs. genotipo, en este sentido sería un aprendizaje heredable al margen del ADN, acumulativo, pero ’epigenético’ en el sentido de que, pro un lado, la cultura se basta en la mente-cerebro codificado y por otro modifica esa mente-cerebro