jueves, septiembre 14, 2017

Los extravagantes rituales corporales de los Nacirema


 
El profesor Linton llamó por primera vez la atención hace ya más de 80 años sobre los rituales de una cultura muy poco conocida a nivel general y de la que incluso los antropólogos saben muy poco, que es la cultura de los Nacirema. En 1956 Horace Nimer publicó un artículo sobre estas costumbres y después de aquello poco más se ha sabido de ellos en la literatura académica seria de la antropología cultural.
 
Pero la cuestión trasciende el mero academicismo, pues los nacirema y sus costumbres tienen una importancia que hoy se ha revelado como vital para la especie humana en su conjunto. Así que nos hemos visto obligados a tratar nuevamente sobre sus costumbres para mejor entender en qué reside su valor.
 
Se trata de un grupo de indígenas norteamericanos que viven en el territorio situado entre los Cree canadienses, los Yaqui y los Tarahumara de México y los caribes y Arawak de las Antillas. Parece que llegaron a estas tierras por el este.
 
Resumimos aquí algunas de las costumbres que Miner recoge en su artículo.
 
La cultura de los Nacirema se caracteriza por un manejo de los recursos alambicado basado en el intercambio de mercado. Disponen asimismo de un rico hábitat natural.
 
Su creencia fundamental, en torno a la cual gira gran parte de su cosmovisión, es que el cuerpo humano es algo desagradable y feo con una natural tendencia a la debilidad y la enfermedad. Para impedir ese deterioro los nacirema han desarrollado una serie de complejos rituales y ceremonias.
 
En cada hogar cuentan con uno o más santuarios donde hay una caja o cofre incrustados en la pared donde se guardan amuletos y pociones mágicas preparados por los curanderos de la tribu. Debajo de cada caja de pociones hay una fuente o pila de agua. Cada día, todo miembro de la familia entra en sucesión para realizar las abluciones prescritas por los curanderos.
 
Las mujeres tienen ritos para aumentar o disminuir el tamaño de los pechos. La insatisfacción generalizada con la forma del pecho es simboliza por el hecho de que su forma ideal está virtualmente fuera de la escala humana. Unas pocas mujeres, afectadas por un casi inhumano desarrollo mamario, suelen lograr un buen pasar yendo simplemente de aldea en aldea, y permitiendo que los nativos las observen a cambio de recursos económicos.
 
Otra figura muy interesante de esta cultura es un tipo de chamán conocido como el “escuchador”. Este hechicero tiene el poder de exorcizar los demonios que se aposentan en las cabezas de las personas que han sido embrujadas. Los nacirema creen que los padres hechizan a sus propios hijos. Se sospecha que las madres infligen un tipo de daño sobre su niño al enseñarles los rituales secretos del cuerpo. La contra magia del hechicero se destaca por su carencia de ritual. El paciente le cuenta simplemente al “escuchador” todos sus problemas y miedos, comenzando por las primeras dificultades que pueda recordar. En estos ritos de exorcismo, los nacirema despliegan una notable memoria. No es raro que los devotos se lamenten del rechazo que sintieron siendo bebés al ser destetados, e incluso unos pocos individuos sitúan el origen de sus problemas en los efectos traumáticos de su propio nacimiento.
 
De todos modos no es cosa de contar todos los rituales que recoge Miner en su exhaustivo y documentado trabajo. Quedémonos con el hecho de que su revisión muestra que los nacirema son un pueblo dominado por la magia y que resulta difícil entender (por improbable) cómo han logrado sobrevivir tanto tiempo bajo las cargas que ellos mismos se han impuesto. Y ahí radica la importancia de esta cultura.

 

En fin, seguro que a estas alturas todos los que hayan llegado hasta aquí en la lectura se habrán percatado de que todo esto es realmente extraño, quizás una broma.


 
Si bien es cierto que existe un artículo de Horace Miner de 1956 sobre los nacirema,  dicho artículo se refiere al grupo humano cuyo nombre es Nacirema leído al revés, es decir, al grupo de los American. La parodia de Miner consistía en describir a los norteamericanos como se hubiera descrito por entonces a cualquier grupo de nativos de cualesquiera otra cultura en los artículos antropológicos.
 
Los que tengan interés pueden leer el artículo original de Miner aquí y, para los hispanohablantes e hispanoleyentes cerrados existe también traducción al castellano.
 
La Antropología Cultural nos ha dejado descripciones muy vividas e interesante de múltiples pueblos salvajes y civilizados. Lo que diferencie salvajismo de civilización se lo dejaremos a otros o lo trataremos en otro momento, pero queremos recalcar que el sustrato de todo pueblo que habita la tierra ha sido siempre, sigue siendo y probablemente siga siendo, en el futuro, por mucha variedad que se de en la superficie cultural, natural: La naturaleza humana.
 
Es muy necesario usar una perspectiva en tercera persona a la hora de afrontar problemas científicos sobre los humanos de otros lugares y tiempos (¿Acaso hay mejor forma de estudiar a  los yankis que mediante los nacirema?). Pero ello no obsta para asentar toda observación sobre el incontestable hecho de que tanto el observador como el objeto-sujeto observado son humanos, demasiado humanos.
 
Pero…..¿Qué es humano? Enfoquémoslo con una perspectiva evolucionista, ya que para eso estamos, lean lo que dijo Daniel Dennett sobre una especie primate, en este caso del Sur de América (Para los perezosos con esa fuente de distracción continua que son los enlaces lo copio y pego en esta entrada, que es cortito):
 
 
 
Existe una especie de primate en América del Sur, más gregario que la mayoría de mamíferos, que muestra una conducta bastante curiosa. Los miembros de esta especie a menudo se reúnen en grupos, grandes o pequeños, y en el curso del parloteo mutuo típico de estas reuniones, bajo una gran variedad de circunstancias, éstos de repente se ven asaltados por unos ataques que se caracterizan por una respiración involuntaria y convulsiva, una suerte de jadeo ruidoso e incontrolado, mutuamente reforzado por los individuos del grupo, que a veces es tan violento que los deja totalmente indefensos. Lejos de ser desagradables, no obstante, estos ataques parecen ser muy del gusto de los individuos de esta especie, que los buscan y en ocasiones muestran una profunda adicción por ellos.

Quizás tengamos la tentación de pensar que si supiéramos lo que estos individuos sienten en su interior, llegaríamos a comprender esta afición suya tan rara. Si pudiésemos verlo desde su punto de vista, sabríamos para qué sirve. Sin embargo podemos estar seguros de que por mucho que lleguemos a saber, la conducta en cuestión seguirá siendo un misterio, porque ya disponemos de la información que buscábamos: la especie es el Homo Sapiens (que, evidentemente vive en América del Sur y también en muchos otros sitios), y la conducta es la risa.


Daniel Dennett. La Consciencia Explicada.
 
Este artículo ha sido escrito a varias manos por unos primates sociales de la tribu de los Seloñapse. Recientemente unos miembros de la tribu han propuesto poner cajas de bambú en las que depositar hojas con una marca para decidir si son Seloñapse o Senalatac. Pero ese asunto no corresponde abordarlo aquí.
 

 

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