sábado, enero 07, 2023

Somos imperfectos (Entrevista a María Martinón-Torres)

María Martinón-Torres

La neurocientífica Rita Levi-Montalcini escribió un libro autobiográfico titulado Elogio de la Imperfección

Este título revela como sólo a través de caminos tortuosos, llenos de obstáculos e imprevisibles azares, y que raramente conducen a lugar alguno, vamos haciéndonos personas y desarrollando diversos roles vitales. Lo perfecto es enemigo de lo bueno, y lo bueno va de la mano del error, las limitaciones y un afán a prueba de desengaños y desencantos. 

La evolución biológica trabaja sobre una materia en movimiento perpetuo, la vida, y todo avance tiene que lograrse a partir de lo que ha funcionado hasta ahora en mayor o menor medida. No se puede "generar la rueda" en la naturaleza viva porque no tiene organismos a partir de los cuales pueda surgir de forma natural y funcional a partir de los diseños existentes. La perfección, invento humano, surge de la geometría, de cuerpos perfectamente rectos o circulares que se cierran sobre sí mismos o se proyectan al infinito. Nos fascina a la par que nos inquieta: ¿por qué nuestro cerebro evolucionado ha podido concebir abstracciones tan bien pulidas, tan precisas? Eso requeriría una larga explicación, hablar de la simetría bilateral, de las secuencias predecibles de hechos o comportamientos, de las regularidades existentes, de los astros, las estaciones y del nacimiento de las civilizaciones.

Lo que ahora centra el interés de los científicos, grandes enamorados del conocimiento, es porque no es posible la cuadratura del círculo: los seres vivos tienen un ciclo bien definido y su funcionamiento no es igual de óptimo en sus diversas etapas, y ni siquiera da lugar a los mismos comportamientos en algunas cuestiones vitales. Desde una perspectiva filogenética somos el resultado de una serie de mutaciones, pero también de la preservación de una serie de estructuras y funciones que en poco parecen servirnos o incluso que parecen perjudicarnos. Somos una amalgama prodigiosa. 

Así, para quien estudie la evolución humana, es muy importante descubrir las cicatrices que llevamos en nuestro ADN, así como las heridas aún abiertas y sangrantes, y las enfermedades a las que somos proclives, para entender cómo hemos llegado hasta aquí. 


La Doctora María Martinón-Torres, Directora del National Research Center on Human Evolution (CENIEH), ubicado cerca de Atapuerca, en Burgos, que fue médico antes que paleoantropóloga, mira con los ojos de médico los restos fósiles que la paleoantropología hace pasar por sus manos: sabe que se puede aprender mucho más de lo que somos a partir de lo que padecimos, y busca las marcas que dejaron los accidentes y la enfermedad en lo poco que se conserva en los restos fósiles de nuestros ancestros lejanos. Y también sabe que observando las imperfecciones de nuestro actual diseño y sus correlatos fisiológicos y anatómicos, puede hacer conjeturas plausibles sobre cómo pudieron surgir dichas imperfecciones y que valor adaptativo pudieran haber tenido que nos permitió llegar hasta aquí -a pesar de ellas.

En su magistral obra divulgativa Homo imperfectus ofrece con un lenguaje claro y con amenidad su aventura científica en relación con la aventura de la humanidad, que confluyen en los ámbitos denominados Medicina Evolucionista y Paleopatología.

La Doctora Martinón-Torres ha podido sacar un hueco en medio de su incesante labor diaria para respondernos unas pocas preguntas. Desde La Nueva Ilustración Evolucionista le agradecemos enormemente sus respuestas, y, cerramos nuestras puertas con esta entrevista póstuma, cuyas respuestas nos llegaron después de cerrar el blog. Quedará así para siempre encabezando esta página web. El "imperfecto" pero maravilloso broche de oro.

1.- La idea perfección es una de esas ideas propias del Homo sapiens, que traza asíntotas al infinito y a la eternidad en su afán por trascenderse, un afán que acaso se lo deba a su plena consciencia de la muerte. ¿Qué intentas resaltar con la idea que titula tu libro: Homo imperfectus?

 
La idea de fondo es que lo que muchas veces clasificamos simplemente como imperfección o fracaso de la biología en realidad es evidencia, precisamente, de evolución. La naturaleza es compleja y la vida se abre paso haciendo malabarismos, ajustando sistemas que están conectados, favoreciendo rasgos que proporcionan ventajas a expensas de desajustes que podemos llamar “menores” en cuanto no tienen un impacto directo sobre la supervivencia de la especie. Quizá el problema de fondo es que la evolución se ha entendido como una tendencia, direccional, hacia la perfección, y el ser humano, en su capacidad consciente, se ha puesto a sí mismo, como culmen de esa perfección. Pero la selección natural no busca la perfección, ni la salud, ni la felicidad. La selección natural prima la reproducción y en eso, con todos nuestros achaques, hemos sacado sobresaliente. 


2.- La medicina, parece cada vez más claro, no puede entenderse cabalmente sin la luz de la evolución, y el registro fósil requiere asimismo de la luz de la medicina (la Paleopatología) para explicar cómo vivían y morían nuestros ancestros. ¿Cómo se trabaja en medicina evolucionista y paleopatología para comprender el pasado a partir del presente y el presente a partir del pasado?


Durante mucho tiempo la paleopatología ha tenido un interés casi anecdótico, una recolección de curiosidades sobre enfermedades o cuadros que haya podido padecer un homínido determinado. Pero una vez hemos identificado esa patología en un individuo, deberíamos intentar “alejarnos” de él y valorar en qué medida esa enfermedad está hablando de la población a la que pertenece, de los retos o peligros de un momento determinado, de las dificultades adaptativas a un ambiente o unas circunstancias determinadas. No se enferma ni se muere de lo mismo ahora que hace medio millón de años, y a través de ese perfil de mortalidad obtienes, paradójicamente, un perfil de la vida de esa especie. 


3.- Hay un concepto clave, la pleiotropía, que nos hace ver la selección natural como una balanza que sopesa pros y contras más que como un juez que premia o castiga "aptitudes". ¿Podrías explicarnos cómo la pleiotropía actúa en la evolución y el desarrollo ontogenético?

 
La pleiotropía es el fenómeno por el que un gen o conjunto de genes pueden tener efectos, a veces contrapuestos, en más de un sistema. Desde el punto de vista evolutivo, la pleiotropía está detrás de muchas de las enfermedades y trastornos que padece nuestra especie. Un ejemplo clásico sería el del la mutación del gen que provoca la anemia falciforme que, en su forma homocigota (que la persona tenga la mutación en los dos cromosomas), puede ser letal. Sin embargo, se ha visto que esta mutación proporciona una defensa contra la malaria, de forma que, en los lugares en que esta enfermedad es endémica, compensa la protección que ofrece contra la malaria frente al riesgo de padecer la anemia. La idea por lo tanto de que un gen o una característica es “buena” o “mala” se queda corta. En un contexto determinado una característica puede ser una ventaja y, en otro, una desventaja, algo especialmente útil para una especie que se ha adaptado a vivir en circunstancias y estilos de vida muy dispares. La idea es que no podemos querer jugar a todo y ganar a todo también. Homo sapiens juega prácticamente en todas las modalidades –deportista/sedentario, carnívoro/vegetariano, optimista/pesimista, urbanita/rural, sociable/introvertido, nulípara/multípara, ─ por lo que la selección natural lo tiene difícil para acertar, pero unque no siempre se suba al pódium, por lo general nos clasificamos en una buena posición en todas las ligas. 


4.- Otra idea que no deja de rondar la cabeza de quién examina nuestro tiempo a la luz de la evolución, resaltable también en medicina evolucionista, es la de el rápido cambio ambiental producido por la tecnología y la cultura, que choca con el no tan rápido cambio genético, produciendo una desadaptación del ser humano al medio que el mismo ha creado. Nuestra inteligencia sapiens se ve cortocircuitada y surgen con más fuerza la ansiedad y la depresión. También las nuevas tecnologías están creando un entorno nuevo de socialización que resulta inquietante. ¿Qué enfermedades tienen la impronta, en mayor o menor grado, de nuestro tiempo? ¿Cómo se puede ver afectada nuestra sociabilidad?


Una consecuencia maravillosa y utilísima de nuestra capacidad de abstracción es nuestra habilidad para comunicarnos con aquellos a quienes no vemos o incluso no hemos conocido personalmente nunca. Ese aspecto se ha visto asistido con la tecnología, a través del desarrollo de modos virtuales de comunicación. Nuestra red social es por lo tanto mucho más amplia y somos capaces de estar acompañarnos a pesar de estar físicamente solos, como sucedió durante el confinamiento. Nos hemos liberado de la necesidad estricta de la presencia física. Entre los chimpancés, se sabe que aquellos individuos que abandonan el grupo para unirse a otro pueden incluso no llegar a reconocer a su madre si se produce el reencuentro. En el caso de los humanos, aunque nos vayamos, aunque no volvamos a vernos, aunque apenas tengamos recuerdos con ciertas personas fundamentales en nuestra vida, no las olvidamos. No olvidamos incluso ni a los muertos. Pero esta posibilidad de comunicarnos en la distancia se ha llevado en muchos casos al extremo.  Nuestra especie gana en las distancias cortas, y cuando nos comunicamos en exceso en el plano virtual, de alguna forma nos desconectamos de la realidad del otro y perdemos cierta capacidad de empatía. Eso explicaría las reacciones violentas o agresivas que vemos a veces en las redes sociales, cuando uno “olvida” que al otro lado hay un receptor que siente y que padece. Falta también el contacto físico, que sabemos que es fundamental para el desarrollo de un sistema neuro-cognitivo adecuado. Menos Whatsapp y más vino y tapas en persona. 


5 - Algunos idealizan nuestro pasado cazador-recolector, creen que la revolución neolítica inició nuestro camino a la ruina y son, como tú bien los defines paleomelancólicos. Pero la naturaleza es implacable, no hubo nunca un jardín del Edén. Sin embargo es cierto que los asentamientos estables y densamente poblados abrieron la veda a los microorganismos patógenos, para que se instalaran cómodamente entre nosotros, y también que cambiamos hábitos y dietas. ¿Cuál habría sido el precio de la civilización? 


El precio de la civilización sería una mayor vulnerabilidad al padecimiento de grandes cuadros infecciosos, especialmente los de carácter endémico. La gran densidad poblacional y nuestra tremenda movilidad, favorecen el contagio y la propagación de enfermedades. Por otra parte, la convivencia estrecha con animales a través de la ganadería o la domesticación, facilita las zoonosis, las cuales representan la gran mayoría de las enfermedades emergentes. Pero no estamos solos. A través de la tecnología, con el desarrollo del conocimiento médico, hemos aprendido a defendernos de estas enfermedades e incluso prevenir su padecimiento. 

 

6.- En tu libro nos hablas de un alargamiento evolutivo del tiempo del desarrollo humano desde el nacimiento hasta la madurez que parece haber ido acompañado de uno paralelo en el tiempo de vida una vez superada la etapa reproductiva. Asimismo en la adolescencia se tensan las relaciones con los progenitores pero se siente afecto con los infantes. ¿No parecen todas estas tendencias adaptaciones que se reforzaron entre sí para, de una forma casi sinfónica, perpetuar la especie, una especie eusocial a pesar de sus conflictos inherentes?

 
Sí, vivimos más años precisamente gracias a nuestra inter-dependencia. En proporción, nuestro ciclo vital incluye más tiempo de dependencia que de autonomía, y la forma en que la selección natural le ha sacado las castañas del fuego a una especie tan dependiente es, por una parte, descansando en el grupo, más allá del círculo familiar, el cuidado y la protección de los más vulnerables y, por otro, extendiendo el periodo post-reproductivo de forma que la llamada tercera edad tiene un papel proactivo y fundamental en sacar a las crías adelante.  


7.- ¿En qué proyectos andas trabajando ahora? ¿Cuál es para ti el mayor misterio de nuestra evolución, ése que soñarías con desvelar?


Sigo trabajando en el estudio de los fósiles de Atapuerca, tratando de desentrañar la historia de los primeros homínidos europeos, y su relación posiblemente más cercana con las poblaciones asiáticas que con las africanas. No sabría escoger un solo misterio, pero me intriga muchísimo el origen evolutivo de la capacidad musical de nuestra especie. ¿Por qué o para qué aparece nuestro gusto por la música?

lunes, diciembre 19, 2022

Extinción


Aquí queda para la historia lo que fue La Nueva Ilustración Evolucionista. Todo lo que vive muere, todo lo que empieza tiene un final. El que ahora esto escribe se ha cansado de trabajar para nada y para (casi) nadie y de sufrir ataques de gentes ignorantes (gran parte de ellas con pretensiones de disponer de un conocimiento mayor o mejor) en la nefanda red social de Twitter. Nada que añada a lo ya dicho tiene ya sentido. 

ilustracion.evolucionista@gmail.com

Lunes 19 de Diciembre de 2022.


miércoles, diciembre 14, 2022

Vida. Antes y después del cataclismo (entrevista a Jorge García Girón)

Jorge García Girón

La vida ha sobrevivido sobre la faz de la Tierra (incluidas las cuencas oceánicas), dentro de lo que se conoce como litosfera, a toda clase de catástrofes. Se estima que ha habido cinco grandes extinciones masivas en la historia "conocida" de nuestro planeta. La última, la más cercana, la de finales del Cretácico. Se conoce mejor como la extinción de los dinosaurios, al igual que si hoy se estuviera produciendo o estuviera en camino de producirse alguna, la llamaríamos, a toro pasado, y si quedase algún representante vivo de nuestra especie capaz de dar testimonio a otro representante de nuestra especie, la extinción de la humanidad. 

El papel protagónico de un superorden, el Dinosauria, en el último evento devastador para la vida en la Tierra, y de una especie, Homo sapiens, en el presunto próximo evento de proporciones catastróficas, muestra una falta completa de perspectiva ecológica. Como nuestro invitado de hoy apunta, muy razonablemente: 

"Las catástrofes ecológicas también pueden configurarse como ventanas de oportunidad excepcionales".

Y es que va de eso, de la obra al completo, de la vida en su plenitud biodiversa y no de un grupo particular de seres vivos del Reino animal, y menos aún de una especie. Pero, como decía Orwell: «Quien controla el presente controla el pasado...». Como verán esta cita es incompleta, y en ella falta una referencia al futuro. Porque ¿quién cree poder controlar el futuro?...la narrativa humana, y más la centrada en "el hombre" es una narrativa para consumo propio. Los dinosaurios eran reptiles enormes y los primeros fósiles de especies extintas que se miraron con los ojos de la ciencia. Y nosotros somos ese observador que juzga todo lo que ha llevado hasta él, con o sin un enfoque científico. 

Ciertamente al aumentar los hallazgos, reinterpretarlos a la luz de los nuevos conocimientos y las técnologías de investigación, se amplia el campo de visión, lográndose un enfoque multidisciplinar en las ciencias biológicas y de la Tierra que permite ver el bosque, además de sus diversos árboles. Una secuoya centenaria, en todo su esplendor, es asombrosa, pero no estaría ahí sin toda la vida que la rodea, desde la microscópica y la subterránea hasta la terrestre y la voladora, y los elementos abióticos (agua, minerales). Los ecosistemas son sistemas complejos en los que existe un flujo de energía en cadenas tróficas que incluyen animales, vegetales, hongos, bacterias y arqueas. Entender cómo funcionan no es fácil si entramos en los detalles, pero con una visión esquemática podemos hacernos una vaga idea de cómo la interdependencia de los seres genera algo más grande que cada uno de ellos, como individuo o como especie, en particular. No otra cosa es la Teoría de la Evolución de Darwin que un esquema general, uno que se puede contrastar al ver la vida en acción.

Sobre los ecosistemas cabría preguntarse cuál podría ser su punto de ruptura, esto es: ese punto de pérdida en su biodiversidad en el cual se derrumba todo (o casi todo). Y experimentar con ecosistemas para averiguar dónde colapsan no parece una buena idea (aunque quizás hoy inadvertidamente pudiéramos estar haciéndolo). Por eso los rastros del pasado de los períodos cataclísmicos que han llegado hasta nosotros pueden estudiarse en profundidad para intentar deducir la resistencia de los ecosistemas y los daños sufridos irreversibles....

Para los dinosaurios el asteroide que se estrelló en la península del Yucatán fue el final geológicamente hablando. Y los ecosistemas dentro de los que se desenvolvían se vieron seriamente afectados, no ya por el impacto sino por los cambios climáticos y ambientales posteriores. Pero el impacto no golpeó con la misma fuerza ni sus consecuencias posteriores fueron tan devastadoras en todos los medios de la Tierra. El acuático sufrió algo menos el impacto. E incluso entre los dinosaurios y otras especies relacionadas íntimamente con ellos hubo diferentes grados de "daño". 

La realidad es que los dinosaurios no desaparecieron de golpe y porrazo, ni muchos de los seres entonces vivos que aún pueblan la Tierra (con algunos ajustes evolutivos). Para nosotros, como especie, desde luego, esto no constituye ningún motivo para la esperanza en caso de que lo inimaginable por tantas veces imaginado se haga realidad. Nuestros propios apocalipsis, centrados en nosotros, no dejan títere con cabeza. Si colapsan los ecosistemas de los que nos nutrimos ya podemos cerrar el libro de historia después de escribir su capítulo final. Y la vida, en la Tierra continuará sin nosotros. 

El Doctor de la Universidad de León, Jorge García-Girón, un joven y prometedor científico español, ha conducido un estudio internacional sobre cómo la crisis que puso fin al Cretácico repercutió en los ecosistemas de la Tierra: cómo eran antes, cómo se tensionaron entonces y cómo se reorganizaron después. Finalmente han expuesto sus conclusiones en este artículo: Shifts in food webs and niche stability shaped survivorship and extinction at the end-Cretaceous (Los cambios en las redes tróficas y la estabilidad de los nichos determinaron la supervivencia y la extinción a finales del Cretácico).

Tras leerlo decidimos contactarle Memecio (preguntas 4 y 7) y un servidor para ampliar información y tuvo la gentileza de concedernos una entrevista, lo cual desde aquí le agradecemos, al igual que creo lo agradecerán nuestros lectores.


 1.- Los primeros paleontólogos se quedaron asombrados con los dinosaurios, e intentaron comprenderlos en su singularidad. Hoy la ciencia puede analizar a través de las matemáticas de las redes complejas la diversidad y las interacciones de los ecosistemas de los que formaban parte con un mayor detalle. ¿Cómo eran los ecosistemas terrestres antes del cataclismo de finales del cretácico? 


Lo que parece indicarnos el registro fósil, así como los modelos ecológicos que utilizamos para reconstruir ese antiguo “mundo perdido”, es que estos ecosistemas gozaban de una estabilidad comparable a los actuales, al menos en cuanto a su complejidad trófica. Los distintos niveles de las cadenas alimenticias se relacionaban mutuamente en redes complejas que estamos empezando a “desenredar “en la actualidad, gracias a la ayuda de simulaciones y modelos de ordenador.


2.- ¿Cómo se reorganizaron los ecosistemas terrestres tras la caída del asteroide y todos los cambios ambientales que le sucedieron? ¿Cuánto daño sufrieron estos ecosistemas y cómo fue factible su recuperación?

El cambio más evidente fue la desaparición de los dinosaurios gigantes, como el celebrado T. rex, que elegantemente ostentaban la batuta ecológica desde la cúspide de la pirámide trófica. Como consecuencia directa se produjo una diversificación ecológica de otros organismos, como los marsupiales y placentarios, que—si bien ya estaba funcionando en la sombra durante los últimos millones de años del Cretácico—se vio acelerada con la disponibilidad de nuevos nichos y espacios ecológicos. 


3.- En tiempo humano interpretamos (imaginamos) que cayó un asteroide y los dinosaurios perecieron de golpe. Pero estos eventos geológicos tienen una duración de miles a millones de años ¿Cuán larga fue la agonía para los dinosaurios? ¿Cuánto tardaron los ecosistemas con sus redes tróficas en recomponerse plenamente?

Es complicado saber con precisión el tiempo que tardaron los dinosaurios en perecer tras la caída del asteroide, en parte por la discontinuidad cronológica del registro fósil y la dificultad intrínseca que lleva asociado datar materiales sedimentarios con “hilo fino”. Muchos otros parámetros como, por ejemplo, la posición de cada especie en la cadena trófica, sus hábitos alimenticios, hábitat o tamaño corporal, también influyeron sobre la respuesta de estos animales ante este evento cataclísmico. En este sentido, los lectores estarán interesados en consultar el ameno libro “The last days of the dinosaurs”, de Riley Black, en el que se desarrolla este asunto con meridiano detalle en un lenguaje accesible, pero no por ello carente del más absoluto rigor académico.

4.- Algunos paleontólogos -como el conservador de paleontología de vertebrados del Museo de Historia Natural de Dinamarca Gilles Cluny- piensan que, dado que los mamíferos aparecieron casi contemporáneamente a los dinosaurios -Adelobasileus cromptoni, el primer proto-mamífero conocido hasta ahora, de hace 230 millones de años- y estuvieron el resto del Mesozoico diversificándose y extendiéndose pero "a la sombra", sin levantar cabeza, sus competidores los dinosaurios siguieron siendo ampliamente dominantes.  Esta corriente de opinión defiende que si no hubiera sido por la extinción masiva del final del Cretácico, los dinosaurios o sus sucesores evolutivos hubieran continuado como grupo dominante, en contra de la creencia más general de que la catástrofe solo aceleró en el tiempo la extinción de los megarreptiles, y que la dominancia final de los mamíferos era solo cuestión de tiempo. Sabiendo que estamos haciendo paleontología-ficción ¿Qué hubiera pasado de no haberse producido la extinción en masa a final del Cretácico?

 Sí, estoy totalmente de acuerdo con el Dr. Cluny. Al menos según nuestros resultados, la ecología de los dinosaurios era tan robusta que resulta muy complicado creer que, en un escenario competitivo como el del Cretácico, los mamíferos pudiesen haberlos reemplazado sin la acción de una perturbación externa del calibre del impacto de Chicxulub. En cualquier caso, los procesos evolutivos se caracterizan por su contingencia intrínseca y hacer suposiciones sobre lo que hubiese podido ocurrir bajo otros parámetros resulta demasiado especulativo.


5.- Recientemente se han descubierto evidencias fósiles de aves que convivían con los dinosaurios, lo que hace pensar que las aves no son "los últimos dinosaurios", sino una ramita cercana pero distinta del árbol de la vida que, de hecho, convivió con los dinosaurios y los sobrevivió (aquí puede verse un artículo sobre el particular). Realmente ¿cuánto ofrece el registro paleontológico hasta la fecha para poder apreciar la biodiversidad de aquel tiempo?

El registro fósil no es perfecto ni lo más mínimo. Por el contrario, adolece de sesgos relacionados con su discontinuidad cronológica o el potencial de conservación de distintos materiales y restos biológicos. “Las carcasas” de los organismos de mayor tamaño se conservan mejor, por ejemplo, que los pequeños restos óseos que en su momento podrían haber dejado pequeños vertebrados. Es por ello esencial encontrar herramientas que nos permitan corregir los sesgos inherentes al registro fósil y, con ello, ser capaces de reconstruir fielmente la diversidad de estos ecosistemas extintos.


6.- Cuando preguntamos a Paul Sereno qué nos enseñan los dinosaurios sobre la historia de la vida? Nos respondió escueta y contundentemente: "Que no puedes prepararte para un asteroide. La vida tiene un montón de vueltas y obstáculos interesantes e imprevisibles". ¿Qué lección dirías que puede extraerse de la extinción de los dinosaurios que nos pueda servir de ayuda para mejorar nuestra relación con el medio ambiente natural? 

“La vida se abre camino”. Las catástrofes ecológicas también pueden configurarse como ventanas de oportunidad excepcionales. Que se lo digan a nuestros “pequeños” ancestros que, tras la calamidad que puso el broche final a la Era de los Dinosaurios, encontraron un mundo nuevo sobre el que lanzarse a la aventura.


7.- La macrofauna dominante tras la desaparición de los dinosaurios son los mamíferos, y son una clase relativamente poco diversa a nivel de especies en comparación con  algunas familias de plantas o de artrópodos. Solo la familia de las orquídeas tiene más número de especies (aprox. 25.000) que entre aves (aprox. 9.000) y mamíferos (aprox. 4.000) juntos.  Y dentro de los mamíferos, nuestro género Homo solo nos incluye a nosotros como representantes vivos. Si se supone que la diversidad es tan favorable de cara a las posibilidades evolutivas futuras ¿Por qué la clase de los mamíferos y el género Homo son tan pobres en diversidad, al menos a nivel de especie?

Aquí debo responder exclusivamente en base a la ventana temporal que cubre nuestro estudio más reciente, evitando especulaciones sobre los patrones de diversificación de los mamíferos a lo largo del Cenozoico: Puede que en términos absolutos la diversidad taxonómica de los mamíferos fuese poco reseñable en relación con la de los dinosaurios, pero su diversificación ecológica fue realmente notable durante finales del Cretácico y estas fuertes dinámicas asociadas al nicho fueron fundamentales a la hora de conferirles mayor resiliencia (a nivel de comunidad) frente a perturbaciones exógenas, determinando su posterior éxito evolutivo tras la extinción, durante el Cenozoico. 
 

8.- El estudio de las cadenas tróficas ha demostrado ser la mejor aproximación al entendimiento de las relaciones ecológicas. La riqueza o pobreza de un ecosistema puede medirse por los eslabones de las cadenas tróficas. Obviamente los dinosaurios se encontraban en lo más alto de las cadenas tróficas en su tiempo, pero....¿cuántos escalones y cuán diversos había hacia abajo o en paralelo (mosquitos, hongos) en el ciclo de la vida? 

Lo importante no es el número de escalones o niveles per se dentro de un ecosistema en particular. Incluso individuos de una misma especie pueden adoptar una posición trófica diferente a lo largo de su ciclo vital, en función de los cambios ontogenéticos que éstos experimenten. Debemos intentar ver la complejidad de un ecosistema desde la perspectiva de una araña, que cuidadosamente diseña y acomete la construcción de una compleja hilera de seda en el espacio. Esta concepción no es muy diferente de la que poseen los ecólogos que estudian los ecosistemas modernos y del pasado. La clave para comprender las relaciones recíprocas entre sus componentes y sus flujos de interrelación es intentar visualizar cada organismo dentro de una gran red de interacción, con múltiples niveles y peldaños que se solapan en el espacio y en el tiempo.


9.- ¿Qué estas investigando ahora? ¿Qué proyectos tienes en marcha?

Soy ecólogo de formación, biogeógrafo de profesión y “paleontólogo” por vocación. Mi actual línea de investigación agrupa estas tres disciplinas científicas que, durante muchos años, se han mantenido aisladas las unas de las otras. El objetivo que perseguimos es unificar estas áreas de conocimiento con estudios interdisciplinares que nos permitan caracterizar el pasado, para comprender nuestro presente y prever escenarios potenciales sobre el futuro. 




lunes, diciembre 12, 2022

Ser conscientes (entrevista a Anil Seth)

Anil Seth


Los seres vivos interactúan con su entorno para obtener los recursos que precisan para su supervivencia y evitar los peligros que la amenazan. Desde el principio mismo de la vida, al menos la celular, si es que hubo algo antes que merezca ser llamado vida, hubo un "dentro" organizado y un fuera con un orden distinto que de algún modo debía ser percibido, para desenvolverse en él, dado que un ser vivo no es autosuficiente, ni siquiera los autótrofos, que requieren agua, dioxido de carbono y sol, o alguno de entre ellos, los extremófilos que requieren determinados elementos o viven mejor donde abundan (azufre o sal, por ejemplo). 

En los seres vivos unicelulares, que son la mayoría, existen mecanismos moleculares que, en su superficie, les permiten dirigirse allá donde se encuentran los ladrillos que les permitan organizar y reorganizar su estructura interna, para que siga siendo viable y pueda reproducirse.

Dichos mecanismos moleculares dan lugar a fenómenos tales como la fototaxia o la quimiotaxia: el organismo se mueve en la dirección en la que hay luz, en el primer caso, o mayor cantidad de determinados elementos o compuestos químicos, en el segundo. Estos receptores, a modo de resortes moleculares, constituyen la forma más primitiva de percepción, y sería osado pensar que son conscientes (o, mejor dicho, que hacen consciente a la célula de la que forman parte) en grado alguno. Parecen automatismos, al igual que todos los demás procesos dentro de las más elementales formas de vida. 

Los metazoos y las plantas y hongos pluricelulares parecen tener una mayor complejidad de cara a interpretar su entorno. Se mire como se mire la vida se ha ido volviendo más compleja y diversa, siendo complejidad y diversidad dos caras de una misma moneda. 

Escalando hacia estructuras y funciones más diversos y complejos en entornos más complejos y diversos los seres vivos desarrollaron capacidades más ajustadas a los entornos crecientemente variados e intrincados. Se multiplicaban las oportunidades y los peligros para continuar cada cual su andadura, y la percepción no era algo que pudiese dejar de evolucionar hacia una mayor sofisticación y apertura y diversificación de vías de captación de estímulos. Y en algún momento todas esas vías debían confluir a un punto a modo de centralita en el que hablasen un mismo lenguaje químico, y pudiera generarse un mapa imperfecto pero ajustado a la supervivencia según las propias necesidades tróficas en un entorno cambiante. Un conato de consciencia era preciso, una sensibilidad como reacción de supervivencia a las percepciones unificadas. De ahí a la consciencia y autoconsciencia estimo que hay varios pasos, pero todos en una misma dirección, en un camino de perfeccionamiento para tener un mapa de alta fidelidad....a las necesidades del ser. La finalidad teleológicamente incorrecta era la consciencia del ser individual en el mundo, esa que todo humano que no haya sufrido serio daño neurológico tiene. 

Durante la Historia de nuestras civilizaciones, e incluso en etapas previas como cazadores-recolectores, los humanos han sido agentes plenamente conscientes en su entorno, creando mapas mentales que acabaron tomando formas abstractas y categoriales comunicadas por el lenguaje. Así, el ego, el yo, que era una parte de la centralita de los sentidos, se convertía en una realidad superpuesta, paralela a lo percibido, y se proclamaba independiente del cuerpo y libre en sus actos.  El ser humano tomó consciencia. Pero ¿de qué substancia está hecha esa consciencia? Siendo algo que es sentido como ajeno a lo exterior, su substancia se volatilizaba, o bien se volvía de otra naturaleza, intangible, primero, inmaterial después. Y nacía el alma, y con ella lo sobrenatural.

Pero todo eso no es más que una narrativa a grandes pinceladas de lo que podría haber sido la evolución de la consciencia. Seguimos ignorando cómo a partir de los procesos neurales emerge ese "estar aquí" ese "ser" ese "yo" que percibe un mundo multimedia que se antoja muy real, aunque externo.

Son muchos los grandes pensadores y científicos que han intentado explicar la consciencia desde perspectivas dualistas o monistas, pero sus esfuerzos han dado muy poco fruto. Daban contra un muro, uno que el filósofo austrialiano David Chalmers denominó problema difícil. Quizás no dijo imposible porque creía que quizás algún día pudiese de algún modo resolverse: ¿cómo percibimos y sentimos el mundo en una imagen unificada y coherente a partir de la actividad de nuestras neuronas? ¿De dónde sale ese fresco lleno de detalles de todo tipo y a todo color?

La aproximación al problema quizás fuera una de las causas de que no se pudiera alcanzar un conato de respuesta. ¿Por qué no bordear el muro? Dejemos el problema difícil y sigamos la senda que marca la ciencia, vayamos al problema real. 


Anil Seth, Catedrático de Neurociencia Cognitiva y Computacional en la Universidad de Sussex, estudia la consciencia desde esta nueva aproximación que, básicamente, consiste en analizar detenidamente las propiedades de la consciencia: ¿qué hacemos, qué podemos hacer con ella? y cómo esta se manifiesta fenomenológicamente (¿cómo es eso de estar consciente?). Luego se hacen predicciones a partir de las teorías que se formulen y se intenta controlar los resultados observando los correlatos neurofisiológicos. Según el Profesor Seth el problema difícil se disolverá como un azucarillo, el muro habrá sido bordeado.

Actualmente Anil Seth está trabajando en varios frentes pero ha puesto a disposición de todos aquellos interesados en contribuir al estudio de la consciencia una nueva herramienta para medir sus estados conscientes y reportarlos, de modo que se sumen a los otros cientos o miles de participantes y puedan sacarse algunos puntos comunes y característicos de los estados conscientes. El experimento en cuestión es The Perception Census. Animamos a nuestros lectores a que vayan a echar un vistazo y participen.

Su libro Being You ha sido un gran éxito. En él  habla con mucha mayor profundidad y extensión del tema que tratamos: la consciencia y su abordaje científico. El libro tendrá próxima edición en español por parte de Sexto Piso. Estará a la venta a partir de lunes 13 de Febrero de 2023.

El Profesor Anil Seth, extraordinariamente amable y generoso en sus respuestas nos ha visitado en La Nueva Ilustración Evolucionista. Quedamos conscientemente agradecidos.

In English:

1.- Consciousness seems to us to be an apparently unsolvable mystery. Faced with the hard problem and the easy problems of the study of consciousness posed by the philosopher David Chalmers, you pose "the real problem". How much and in what way can we approach consciousness with the approach you propose?

The “real problem” approach is a way of giving focus to methods used in consciousness research already for quite some time, going back especially to the method of “neurophenomenology” pioneered by Francisco Varela. The idea is that instead of facing the hard problem head-on, and looking for the special sauce that magics consciousness out of mere mechanism (or relaxing into the false comforts of panpsychism or strong illusionism), we would be better advised to pay attention to the various properties of consciousness – both functional (what consciousness allows us to do) and phenomenological (what conscious experiences are like) – and then iterate theory and experiment to explain, predict, and (ideally) control these properties of consciousness in terms of underlying neurophysiological mechanisms. This (explanation, prediction control) is what much of science typically does, and in the case of consciousness my hope is that the hard problem will not be solved, but rather be dissolved – maybe even disappearing altogether in a puff of metaphysical smoke.

Something like this has happened before, in how we came to understand life. Instead of searching for an inexistent spark-of-life (or deciding that life is fundamental, or that it doesn’t exist), biologists of the day got on with the job of explaining, predicting, and controlling properties of living systems (homeostasis, reproduction, and so on) in terms of physics and chemistry. The hard problem of life wasn’t solved, it was dissolved.

How far will we get? This is impossible to know at the stage we’re at. What I am confident about, though, is that by following the real problem approach we will deepen our understanding of consciousness, even if some residue of mystery remains – which it might well do, for all sorts of reasons.

 

2.- Consciousness turns out to be an elaborate creation of the brain from an illusion of the senses (including proprioception -we are embodied). However, it is an illusion that we can rely on to a high degree from an evolutionary point of view, given that it has allowed us to survive and leave offspring. What is the relationship, if we take into account its evolutionary value, between the real world and the consciously perceived world?

The novelist Anaïs Nin has a terrific answer to this question: We do not see the world as it is – we see it as we are. The idea here is that perception is not a direct window onto an objective mind-independent reality. It is a construction, a figment of the brain, but a useful one – a creation that evolution (and development) has shaped to be highly tuned to guide our behaviour. To expand on Nin: we perceive the world as it is useful for us to do so, where utility can be largely understood in terms of evolution. It’s important to recognise that this principle applies to experiences of the ‘self’ too. These experiences are also constructions, that are intimately tied to how the brain regulates and controls the body – both externally (action) and internally (physiological homeostasis).

How does all this relate to reality? Kant said long ago that objective reality is forever hidden behind a ‘sensory veil’, so that we can never really know. I prefer to think that our perceptual world is both less than, and more than, what’s really there. Experiences of colour are a good example. Out of just three wavelengths of electromagnetic radiation – just a thin slice of this dimension of objective reality – our brains create a universe of millions of colours. And as with colour, so with other things.

3.- If we go one step further, trying to create consciousness in intelligent machines, we stumble upon the senses and sensations unified in a life project that constitute organisms. What are the barriers that AI researchers face in order to achieve the "singularity"? 

Well I’m not sure that the “singularity”, as it has been described in philosophy, is a place we really want to get to. In my understanding, the concept usually refers to a hypothetical point at which AI bootstraps itself beyond human understanding and control. This could be a good thing, I suppose (maybe climate catastrophe could be averted), but it also has the potential to be a very bad thing indeed. Opinions differ on the likelihood of it happening, and in particular about how easy it will be to maintain a ‘kill switch’ to ensure that a sufficiently threatening AI can be turned off. One important observation hereabouts is that the notion of ‘human-level AI’ is a chimera. When and if AI reaches the general cognitive competence of a human, it will immediately become superhuman because it will be able to avail of all the benefits that computers already have – enormous memories, high processing speed, access to the world’s entire knowledge store, and so on.

The concept of the singularity is separate from the idea of creating machine consciousness, which is also a really bad idea, for different reasons: mostly, we don’t want to create at industrial scale new potential for suffering. 

It is striking how often these issues – machine intelligence and machine consciousness – get confused. One of the roots of this confusion is the assumption, which I believe is based on a residual human exceptionalism, that consciousness and intelligence are necessarily tightly correlated – or even different aspects of the same process. They aren’t. Consciousness is about the capacity to have experience, and intelligence is the capacity to meet goals with the right behaviours in complex situations. They are different things. In my view, consciousness is more closely tied to life than it is to intelligence, so perhaps conscious machines will also have to be living machines.


4.- If we look back in the history of our species and in natural history in general, consciousness could be something multiple, but present to a greater or lesser degree, in one form or another, in different living beings. Could we speak of something like "multiple consciousnesses"? 

Well I think there is more than a single dimension of consciousness, and that different living creatures can be exhibit consciousness in many different ways. Even human beings likely live in slightly different, individually unique subjective worlds, even when sharing the same objective reality. This idea of ‘perceptual diversity’ is actually something I’m exploring in a new project called The Perception Census, which is a citizen-science attempt to map out how we each experience a unique world. It would be wonderful if your readers could take part in it. I promise that it’s lots of fun. And also educational.

5.- We may not know how consciousness emerges from brain activity, but we can get an idea of when and how it might emerge in living things, as Derek Denton suggested. What evolutionary pressures might lead a living thing to need something like consciousness?

Denton here echoes the famous quote from Theodosius Dobzhansky: “nothing in biology makes sense except in the light of evolution”. And here we have the important challenge of establishing the functions of consciousness. There are some wonderful suggestions out there in the recent literature, addressing this question, from people like Eva Jablonka and Simona Ginsburg, and Todd Feinberg and Jon Mallatt – as well as Derek Denton and others. My own view is that consciousness evolved to bring together survival-relevant information, in the service of predictive regulation of bodily physiology, in a multimodal format that emphasises opportunities for action. On this view, a living creature will benefit from consciousness when it needs to integrate all sorts of information into unified scenes in order to guide many degrees of freedom in its (internal and external) behavioural responses. Consciousness, here, is a response to environmental and organismal complexity. But it is still not the same thing as intelligence. One can imagine an evolutionary imperative to consciously experience pain even in creatures that don’t stack up against the loaded criteria of human intelligence.


6.- You had an experience with anaesthesia that I also experienced in a period of time when the blood stopped flowing to my brain. There is nothing, no time, no space, no self. Others speak of near-death experiences, or with psychedelic drugs and of something like a universal consciousness, beyond and above the material. Is it possible that there is something beyond the tangible, measurable and quantifiable that is governed by the laws of physics?

 

Well that’s always possible, but there is no evidence for it – not in science, and certainly not from the content of near-death or psychedelic experiences. To take unusual experiences of ‘universal consciousness’ as evidence that such things exist is to fatally confuse ‘how things seem’ with ‘how things are’. The whole point of science, and especially of consciousness research, is to get underneath this confusion and explain how things seem in terms of how things are. And even if it does turn out to be the case that there is something to consciousness beyond the tangible and measurable, nothing follows from this.


7.- What would differentiate consciousness from self-consciousness and what steps would have to be taken from the former to the latter in order to be truly One?

Another big question! As I mentioned briefly above, the experience of self is itself another kind of perception (at least that’s what I think), and it is possible to conceive of consciousness without (most forms of) self-consciousness, though in my ‘beast machine’ theory there would always be a very basic level of self-consciousness – the feeling of being alive – which underwrites all other conscious experiences. As to how to be ‘truly One’ I’m not quite sure what you mean, but if you mean the abolition of self-consciousness, well I can think of a few things you can try. Years of meditation would be one of them.


8.- What kind of chimera is free will?

It is neither an illusion, nor is it real. I think of free will as another variety of perception that is bound up in the overall experience of selfhood. Again, it’s critical not to confuse how things seem with how things are. Experiences of free will might seems to indicate a causal power of consciousness over matter, but this is like saying that experiences of red indicate that redness exists out there in the world in a mind-independent way. In my view, experiences of free will are useful because they highlight actions that are largely internally-caused, in terms of alternative possibilities, and alignment with goals and beliefs. The usefulness of feeling that ‘I could have done otherwise’ is not that you actually could have done (you couldn’t’), but that next time, you might.


9.- What is the mystery associated with consciousness that you would like to unravel?

Back to the basics. I would like the sense of mystery to lift about how and why the electrified pâté inside our skulls gives rise to, or is identical to, conscious experience. The hard problem, in other words. But I think the route there is via the real problem, and what I’m particularly interested in is how our questions about consciousness might change along the way, rather than – or as well as – the answers we come up with. Having new questions about an apparently mysterious phenomenon may be the true benchmark of progress.

En español:

1.- La consciencia se presenta como un misterio aparentemente irresoluble. Frente al problema difícil y los problemas fáciles del estudio de la consciencia planteados por el filósofo David Chalmers, usted plantea "el verdadero problema". ¿Hasta qué punto y de qué manera podemos acercarnos a la consciencia con el enfoque que usted propone?

Plantear el "problema real" es un manera de enfocar la consciencia desde los métodos utilizados en su investigación desde hace ya bastante tiempo, remontándonos en especial a la "neurofenomenología" de la que fue pionero Francisco Varela. La idea es que, en lugar de afrontar el problema difícil de frente y buscar esa salsa especial que hace mágica a la consciencia a partir del mero mecanismo subyacente (o relajarse en las falsas comodidades del panpsiquismo o el ilusionismo fuerte), sería mejor prestar atención a las diversas propiedades de la consciencia -tanto funcionales (lo que la consciencia nos permite hacer) como fenomenológicas (cómo son las experiencias conscientes)- y luego iterar la teoría y el experimento para explicar, predecir e (idealmente) controlar estas propiedades de la consciencia en términos de mecanismos neurofisiológicos subyacentes. Esto (dar una explicación, hacer una predicción y controlar) es lo que suele hacer gran parte de la ciencia, y en el caso de la consciencia mi esperanza es que el problema difícil no se resuelva, sino que más bien se disuelva, tal vez incluso desapareciendo por completo en una nube de humo metafísico.

Algo parecido ha ocurrido con anterioridad, en la forma en que llegamos a comprender la vida. En lugar de buscar una chispa de vida inexistente (o decidir que la vida es fundamental, o que no existe), los biólogos de la época se dedicaron a explicar, predecir y controlar las propiedades de los sistemas vivos (homeostasis, reproducción, etc.) en términos físicos y químicos. El problema difícil de la vida no se resolvió, se disolvió.

¿Hasta dónde llegaremos? Es imposible saberlo en la fase en la que nos encontramos en este momento. De lo que sí estoy seguro, sin embargo, es de que siguiendo el enfoque del problema real profundizaremos en nuestra comprensión de la consciencia, aunque quede algún residuo de misterio -que muy bien podría quedar, por todo tipo de razones.

2.- La consciencia resulta ser una elaborada creación del cerebro a partir de una ilusión de los sentidos (incluida la propiocepción -ya que estamos encarnados). Sin embargo, es una ilusión en la que podemos confiar en alto grado desde un punto de vista evolucionista, dado que nos ha permitido sobrevivir y dejar descendencia. ¿Cuál es la relación, teniendo en cuenta su valor evolucionista, entre el mundo real y el mundo percibido conscientemente?

La novelista Anaïs Nin tiene una respuesta estupenda a esta pregunta: No vemos el mundo tal como es, lo vemos tal como somos. La cuestión aquí radica en que la percepción no es una ventana directa a una realidad objetiva independiente de la mente. Es una construcción, una invención del cerebro, pero una útil: una creación a la que la evolución (y el desarrollo) han dado forma para que esté finamente ajustada para guiar nuestro comportamiento. Para ampliar la idea de Nin podemos decir que percibimos el mundo en la medida en que nos resulta útil hacerlo, donde la utilidad puede entenderse en gran medida en términos evolucionistas. Es importante destacar que este principio también se aplica a las experiencias del "yo". Estas experiencias también son construcciones que están íntimamente ligadas al modo en que el cerebro regula y controla el cuerpo, tanto externamente (con la acción) como internamente (con la homeostasis fisiológica).

¿Cómo se relaciona todo esto con la realidad? Kant dijo hace tiempo que la realidad objetiva está siempre oculta tras un "velo sensorial", de modo que nunca podríamos conocerla realmente. Yo prefiero pensar que nuestro mundo perceptivo es a un tiempo menos y más que lo que realmente existe. La experiencia del color sería un buen ejemplo de ello. A partir de sólo tres longitudes de onda de radiación electromagnética -una pequeña porción de esa dimensión de la realidad objetiva- nuestro cerebro crea un universo de millones de colores. Y como ocurre con el color, ocurrirá con otras cosas.

 3.- Si vamos un paso más allá, tratando de crear consciencia en máquinas inteligentes, tropezamos con los sentidos y sensaciones unificados en el proyecto de vida que constituyen los organismos. ¿Cuáles son las barreras a las que se enfrentan los investigadores de la IA para alcanzar la "singularidad"? 

Vaya, no estoy muy seguro de que la "singularidad", tal y como ha sido descrita en filosofía, sea un lugar al que realmente queramos llegar. Según yo lo entiendo, el concepto suele referirse a un punto hipotético en el que la IA se superaría a sí misma, yendo más allá de la comprensión y el control humanos. Supongo que podría ser algo bueno (tal vez podría evitarse la catástrofe climática), pero también tiene el potencial de ser algo muy malo. Las opiniones difieren sobre las probabilidades de que esto ocurra y, en particular, sobre lo fácil que sería mantener un "interruptor de apagado" que garantizase que una IA lo suficientemente amenazadora pudiera ser desactivada. Una observación importante al respecto es que la noción de una "IA a nivel humano" es una quimera. Cuando la IA alcance la competencia cognitiva general de un ser humano, se convertirá inmediatamente en sobrehumana porque podrá aprovecharse de todas las ventajas de las que ya disponen los ordenadores: enorme memoria, alta velocidad de procesamiento, acceso a todo el acervo de conocimientos del mundo, etc.

El concepto de singularidad es independiente de la idea de crear máquinas conscientes, lo cual es también una muy mala idea, por diferentes razones: principalmente porque no queremos crear a escala industrial un nuevo potencial de sufrimiento.

Es sorprendente la frecuencia con la que se confunden estas cuestiones: la inteligencia  y la consciencia de las máquinas. Una de las raíces de esta confusión es la suposición, que creo que se basa en un excepcionalismo humano residual, de que consciencia e inteligencia están necesariamente correlacionadas de forma estrecha, o incluso que son aspectos diferentes del mismo proceso. No es así. La consciencia es la capacidad de tener experiencias, y la inteligencia es la capacidad de alcanzar objetivos con los comportamientos adecuados en situaciones complejas. Son cosas por completo diferentes. En mi opinión, la consciencia está más ligada a la vida que a la inteligencia, así que quizá las máquinas conscientes también tendrían que ser máquinas vivas.

4.- Si miramos hacia atrás en la historia de nuestra especie y en la historia natural en general, la consciencia podría ser algo múltiple, pero presente en mayor o menor grado, de una forma u otra, en diferentes seres vivos. ¿Podría hablarse entonces de algo así como "consciencias múltiples"? 

Bueno, yo creo que hay más que una única dimensión de la consciencia, y que distintos seres vivos pueden exhibir la consciencia de formas muy diferentes. Incluso es probable que los seres humanos vivan en mundos subjetivos ligeramente diferentes, individualmente únicos, aunque compartan la misma realidad objetiva. Esta idea de "diversidad perceptiva" es algo que estoy explorando en un nuevo proyecto llamado Censo de la Percepción:  se trata de un intento de ciencia ciudadana de trazar un mapa de cómo cada uno de nosotros experimenta un mundo único. Sería estupendo que sus lectores participaran en él. Prometo que será muy divertido. Y también educativo.

5.- Puede que no sepamos cómo surge la conciencia a partir de la actividad cerebral, pero podemos hacernos una idea de cuándo y cómo podría surgir en los seres vivos, como sugirió Derek Denton. ¿Qué presiones evolutivas podrían llevar a un ser vivo a necesitar algo como la consciencia?

Denton hace eco aquí de la famosa cita de Theodosius Dobzhansky: "nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución". Y aquí nos encontramos ante el importante reto de establecer las funciones de la consciencia. Hay algunas sugerencias maravillosas de la literatura científica reciente que abordan esta cuestión, de gente como Eva Jablonka y Simona Ginsburg, o Todd Feinberg y Jon Mallatt - así como el propio Derek Denton y otros. 

Mi opinión personal es que la consciencia evolucionó para reunir información relevante para la supervivencia, al servicio de la regulación predictiva de la fisiología corporal, en un formato multimodal que enfatiza las oportunidades para la acción. Desde este punto de vista, un ser vivo se beneficiaría de la consciencia cuando necesitara integrar todo tipo de información en escenas unificadas para guiar con muchos grados de libertad sus respuestas conductuales (internas y externas). En este caso, la consciencia sería una respuesta a la complejidad del entorno y del organismo. Pero no es lo mismo que la inteligencia. Cabe imaginar, por ejemplo, un imperativo evolutivo para experimentar dolor de forma consciente incluso en criaturas que no se ajusten a los fuertes criterios de la inteligencia humana.

6.- Usted tuvo una experiencia con la anestesia que yo también experimenté durante un periodo de tiempo en el que la sangre dejó de fluir a mi cerebro. No hay nada, ni tiempo, ni espacio, ni yo. Otros hablan de experiencias cercanas a la muerte, o con drogas psicodélicas y de algo así como una consciencia universal, más allá y por encima de lo material. ¿Es posible que haya algo más allá de lo tangible, medible y cuantificable que se rige por las leyes de la física?

Ciertamente siempre es posible, pero no hay ninguna prueba de ello, ni en ciencia ni, desde luego, en el contenido de las experiencias cercanas a la muerte o las experiencias psicodélicas. Tomar estas inusuales experiencias de "consciencia universal" como una prueba de que tal cosa exista implica confundir fatalmente "cómo parecen las cosas" con "cómo son las cosas". El objetivo de la ciencia, y especialmente en la investigación de la consciencia, es llegar al fondo de esta confusión y explicar cómo parecen las cosas en términos de cómo son realmente las cosas. E incluso si resulta que hubiera algo en la consciencia más allá de lo tangible y medible, no se puede deducir nada de ello.

7.- ¿Qué diferenciaría la consciencia de la autoconsciencia y qué pasos habría que dar de la primera a la segunda para ser verdaderamente Uno?

¡Otra buena pregunta! Como he mencionado brevemente más arriba, la experiencia del yo es en sí misma otro tipo de percepción (al menos eso es lo que yo pienso), y es posible concebir la consciencia sin (la mayoría de las formas de) autoconsciencia, aunque en mi teoría de la "máquina bestial" siempre habría un nivel muy básico de autoconsciencia -la sensación de estar vivo- que subyace a todas las demás experiencias conscientes. En cuanto a cómo ser "verdaderamente Uno", no estoy muy seguro de a qué podrías estr refiriéndote, pero si sugieres la abolición de la autoconsciencia, se me ocurren algunas cosas que puedes intentar. Unos años de meditación serían una de ellas.

8.- ¿Qué clase de quimera es el libre albedrío?

Ni es una ilusión, ni es real. Pienso en el libre albedrío como otra variedad de percepción que está ligada a la experiencia general del "ser yo". Nuevamente es fundamental que no confundamos cómo parecen las cosas con cómo son realmente las cosas. La experiencia del libre albedrío podría parecer que indica un poder causal de la consciencia sobre la materia, pero esto sería como decir que las experiencias de rojo indican que el rojo existe en el mundo de forma independiente de la mente. Según lo veo yo, las experiencias de libre albedrío son útiles porque ponen de relieve acciones que son en gran medida causadas desde nuestro interior, dentro de los términos de una serie de posibilidades alternativas y en alineación con objetivos y creencias. La utilidad de sentir que "podría haber hecho otra cosa" no está realmente en que hubieras podido hacerlo (no hubieras podido), sino en que la próxima vez podrías hacerlo.

9.- ¿Cuál es el misterio relativo a la consciencia que te gustaría desentrañar?

Volver a lo básico. Me gustaría que el sentido del misterio se levantara sobre cómo y por qué el paté electrificado dentro de nuestros cráneos da lugar a, o es idéntico a, la experiencia consciente. El problema difícil, en otras palabras. Pero creo que el camino pasa primero por el verdadero problema, y lo que me interesa especialmente es cómo pueden cambiar nuestras preguntas sobre la consciencia a lo largo del camino, más que -o al mismo tiempo que- las respuestas que encontremos. Tener nuevas preguntas sobre un fenómeno aparentemente misterioso puede ser el verdadero referente del progreso.

sábado, diciembre 10, 2022

8.000 maneras de morir (entrevista a Sergio Parra)

Sergio Parra

Los seres humanos procuramos no pensar demasiado en la muerte, por mucho que sea la conclusión lógica de la vida. Imaginamos vidas más allá del cuerpo que somos, diciéndonos a nosotros mismos que, en realidad, somos más que ese cuerpo, y éste es sólo el cascarón que se rompe en el nacimiento a una nueva vida. Pero pese a todas nuestras evasiones metafísicas frente a lo que un personaje de Tom Sharpe calificaba como "la gran certidumbre", la muerte nos alcanzará en nuestra huída, de una u otra forma, y la tememos no tanto por sí misma como por cuándo y cómo nos llegará. Y en eso la muerte es la gran incertidumbre, y nuestra imaginación ya no se proyecta en el más allá sino en el más acá, y lo hace con las "imágenes" que más facilmente nos vienen a la cabeza, en un sesgo de disponibilidad que tira con fuerza de la campana de la amigdala, que resuena de tal forma que hace temblar nuestro cuerpo entero. ¿Qué imágenes invaden nuestra mente cuando pensamos en los riesgos de perder la vida que nos rodean? ¿Qué entornos son más seguros? ¿Qué comportamientos son más peligrosos para nuestra existencia? ¿Es cierto eso de que donde está el cuerpo está el peligro? 


Ciertamente se puede ser dualista en lo que se refiere a la relación mente-cuerpo al menos en un sentido: lo que la mente percibe como más letal, lo que suscita en ella un terror cerval, es probablemente lo que nuestro cuerpo tenga menos probabilidades de sufrir en sus carnes. Lo más seguro es que muramos de algo de lo que no nos hacemos una idea clara, algo que, hasta que se manifiesta de una forma indudablemente fatal, ha pasado inadvertido para nuestro sistema de alarma y que, por tanto, de alguna manera, nos pille de sorpresa, acaso por ser tan corriente y moliente como una gripe, un coágulo en la sangre o un estado de ánimo de desesperación. 

Pero cuando nuestro "yo mental" de nuestro dualismo cuasicartesiano mira a la gran pantalla de nuestro tiempo, hecha con los mimbres de las redes sociales y los medios de comunicación de masas, y su contenido, que está perfectamente enfocado a lo inusual y hacia lo tremendo, cuando no a lo extrambótico (porque nos quieren emocionar para entretener y mantener en vilo) quedamos automáticamente "infoxicados" y tomamos por real, cual los humanos de la caverna de Platón, las imágenes que se proyectan ante nuestros ojos. El mundo es un lugar muy peligroso....y si a uno le preguntan por los mayores peligros a los que nos enfrentamos suele hablar de lo que ha visto en la gigantesca pantalla que se proyecta en nuestra mente creando una realidad paralela.

Los pertubados asesinos en serie dan buen material para hacer perturbadoras series, los terroristas suicidas segan menos vidas que los suicidios corrientes, los asesinatos en masa matan menos que la soledad, y los venenos puros menos que los alimentos que nos intoxican lentamente. Ah, y los más letales enemigos de la humanidad no son grandes terremotos, huracanes e inundaciones u otros fenómenos naturales que avanzan con pies de gigante aplastando todo a su paso, sino criaturas  invisibles que viven en nosotros. Y de las criaturas visibles vigile a su leal perro y deje de ver al lobo feroz.

La muerte es más probable que sea causada por un proceso interno que por un accidente o ataque sobrevenido, y más probable que nos venga, por tanto, de nosotros mismos que de la mano de  terceros, y de enfermedades que de traumatismos. Alguien decía que eran preferibles el riesgo y el miedo al aburrimiento, pero el aburrimiento se impone por doquier, y existe incluso el miedo al aburrimiento, porque también el aburrimiento, si se prolonga, nos mata.... y no sólo de aburrimiento.


Con cierto grado de certidumbre se puede decir que usted no morirá asesinado ni por una explosión de gas. Su corazón es muy probable que se pare sin necesidad de que previamente su cuerpo caiga desde un acantilado. Cada día que vivimos, como decía Séneca, es un día que ganamos a la muerte, hacia la cual avanzamos en filas cerradas, como dijo, milenios después de morir Séneca, Henry Miller. Séneca tuvo un suicidio obligado, Miller murió por problemas circulatorios. Eran épocas distintas, y riesgos distintos aquellos a los que respectivamente estaban expuestos.

Sergio Parra es un brillante divulgador de ciencia (además de literato)y no puede dejar de observar cuán poco coinciden nuestros temores con nuestras calamidades, tras echar un vistazo a las estadísticas. 

En un intento de combatir miedos irracionales o no tan racionales como otros miedos, observa que nuestros miedos más irracionales son explotados políticamente, a través de los medios, de esa gran pantalla omnipresente de nuestro tiempo, aún reducida al tamaño de un dispositivo móvil, para condicionar nuestras emociones e incluso nuestro voto. ¿Cuántas muertes hay por violencia de género? ¿Cuántos asesinatos cometen los inmigrantes? Por ejemplo. Y pone números absolutos y relativos sobre el tapete, la suerte está echada. Y las cartas de la parca no están marcadas. 

Así, en su última obra de divulgación: De que (no) te vas a morir, compara causas de muerte reales e imaginarias para ponderar racionalmente lo que deberíamos temer principalmente (sin dejar por supuesto de tener precauciones con todo lo demás). 

Sergio Parra ha tenido la inmensa amabilidad de respondernos unas preguntas sobre su último libro y algunos temas relacionados. Pero obviamente donde podrán informarse mejor sobre de qué no van a morir es en su libro del mismo título, de muy recomendable lectura.


1.- Lo primero de todo es que somos el primer ser vivo conocido (por nosotros) que toma plena consciencia de su mortalidad, lo cual, en cierto sentido, nos hace humanos: valoramos más la vida porque es finita. Nuestra negación de la muerte toma muchas formas, una de ellas que la ocultamos. Muchos de quienes mueren lo hacen en hospitales, entrando por la puerta o en una ambulancia. Así, los que mueren por las causas más habituales no tienen tanta visibilidad como quienes lo hacen en un tremebundo accidente, una catástrofe o calamidad pública o en medio del ruido de un enfrentamiento. El estruendo también llama a la noticia, se altera gravemente el orden de las cosas, se rompen expectativas, se sorprende desagradablemente a todos. ¿Concedemos a ciertas muertes mayor atención por ser más bruscas e inesperadas?


Naturalmente, otorgamos más importancia a unas muertes respecto a otras como también otorgamos más importancia a unos hechos frente a otros. Es inevitable porque no tenemos capacidad cognitiva suficiente para asimilar todos los hechos que nos rodean. Tomamos atajos. Discriminamos. Seleccionamos. 

Los criterios para realizar esta selección dependen de muchos factores. A veces es la empatía, que es una suerte de foco que ilumina un hecho o una persona a costa de dejar en penumbra al resto. Por ejemplo, invertimos más tiempo y mayor carga emocional en hechos o personas que a medida que estos estén más próximos a nosotros tanto a nivel geográfico como cultural o hasta genético. O como lo resumió con cierta retranca aritmética el biólogo J.B.S. Haldane: "sacrificaría mi vida a cambio de tres hermanos o de nueve primos".


También nos resulta más sencillo comprometernos con un hecho luctuoso aislado o la suerte de una persona individual o pocas de ellas antes que una miríada de hechos interconectados entre sí o la suerte de miles de personas. Es lo que algunos llaman “insensibilización psicofísica”. Lo que está retroalimentado nuestra incapacidad para procesar grandes números (ya sean de personas o de cosas), que cristaliza en lo que se llama “efecto de la víctima identificable”.

 
Accesoriamente, pueden entrar en marcha otra serie de sesgos. Por ejemplo, los hechos estadísticamente menos comunes llaman más nuestra atención porque estamos diseñados para captar irregularidades en los patrones. También hay eventos que están conectados a miedos instintivos (si nuestros antepasados tenían miedo a determinadas criaturas, por ejemplo, tenían también mayor probabilidad de supervivencia). Y hay personas que no sintonizan tanto con nuestra cosmovisión o nuestra orientación moral o política que sencillamente creemos que no sufren tanto como nosotros y/o que merecen su sufrimiento, lo cual también favorece una menor implicación. Un ejemplo muy actual: en España hay entre diez y trece veces más suicidios que homicidios, pero nos conciernen más los homicidios; y a su vez hay el doble de homicidios de hombres que de mujeres; pero nos conciernen más los de las mujeres.

Para resumir cómo los peligros que matan a la gente son distintos a los peligros que suscitan miedo a la gente, el sociólogo Peter Sandman lo ha formulado con una sencilla ecuación: riesgo = peligro + escándalo. 


2.- Una amigdala ancestral que orienta la atención imperiosamente hacia los potenciales peligros, sometida a un bombardeo de estímulos diseñados para llamar nuestra atención a través de los medios de comunicación y las redes sociales en la era de las nuevas tecnologías, hacen un cóctel explosivo. Se forma un círculo vicioso entre quienes quieren captar nuestra atención y nuestro cerebro hiperactivado por ciertos estímulos. Es como un nudo gordiano ¿Cómo podemos deshacerlo (parece imposible) o cortarlo? 

Cada vez hay menos homicidios, hay menos accidentes, hay guerras menos cruentas, aumenta la esperanza de vida. Sin embargo, cada vez tenemos más miedo. En parte, esto sucede porque los riesgos son cada vez menores, así que las calamidades llaman más la atención porque son mucho menos habituales. Es lo que algunos llaman “fluencia del concepto”. 

Además, la amígdala, una estructura que de nuestro cerebro que es una especie centinela de los peligros que nos rodean, está moldeada por los miedos más instintivos programados en nuestros cerebros por evidentes razones evolutivas: temer al daño físico (violencia provocada por personas, animales o fuerzas de la naturaleza), a la cautividad (reclusión, pérdida de libertad) y al veneno (sustancias invisibles que pueden intoxicar o envenenar) permitieron que nuestros antepasados sobrevivieran y se perpetuaran.

En la actualidad, la percepción de estos peligros continúa anidando en nuestro cerebro, pero ya no resultan útiles en el Primer Mundo. Los medios de comunicación del Primer Mundo, sin embargo, dedican mucho tiempo a esos tres miedos atávicos que hoy en día son muy poco frecuentes a nivel estadístico, distorsionando tanto su frecuencia como su envergadura. 

Habida cuenta de que los medios de comunicación basan su modelo de negocio en captar nuestra atención, esto ha desencadenado una batalla entre los medios por presentar las noticias que tengan mayor carga dramática, es decir, que las llamen la atención en este nuevo ecosistema de la economía de la atención. 

Es como la serpiente uróboros. Un problema sistémico que no tiene fácil solución. Y tampoco podemos obligar a los medios, los políticos y los creadores de opinión a no hablar de los temas que ellos creen importantes (o intuyen que pueden interesar al público). Lamentablemente, soy escéptico con las posibles soluciones. Y sospecho que cada vez va a ser peor. 

3.- Nuestra mente, como señalaban Khaneman y Tversky, no están particularmente diseñadas para los grandes números, las estadísticas y la probabilidad. Pinker matiza sin embargo, a partir de estudios de campo con cazadores-recolectores, que en ciertos entornos de supervivencia somos buenos estimando probabilidades. Sin embargo esos entornos nada tienen que ver con el actual, en el que hace mejores inferencias a partir del Big Data un algoritmo que un tipo pensando racionalmente sobre un caso particular (e incapaz de procesar y analizar Big Data). Si dejamos que las máquinas decidan por nosotros...¿haremos oídos sordos para aferrarnos a lo que deseamos sea más probable, especialmente si nuestra vida está en juego? 

Esta pregunta no tiene fácil respuesta porque entra de lleno en el factor humano, que a menudo es impredecible. La historia de la tecnología está llena de fracasos calamitosos en este sentido. Por ejemplo, con el advenimiento de la locomotora, muchos decían que nadie querría viajar tan rápido (porque tampoco nadie podía imaginar qué incentivos existirían para ir tan lejos). Cuando nació el teléfono, se dijo que este vulneraría de tal modo la privacidad que no sería aceptado por la mayor parte de la gente. Lo mismo pasó con los ordenadores personales. Con internet. Con el smartphone. 

Así que, llegados al punto de pronosticar si acabaremos cediendo parte de nuestra autonomía y nuestra intuición a una tecnología cualquiera, aceptando que somos inequívocamente imperfectos, mi respuesta es que no lo sé. De lo que sí tengo certeza es que lo llevamos haciendo desde hace mucho tiempo. Confiamos en el piloto automático de un avión. Cuando se generalice la conducción autónoma y el número de accidentes se reduzca significativamente, también confiaremos en ella. Ya hay muchos algoritmos que sustituyen muchas actividades repetitivas reduciendo costes y riesgos. Pero, en contraposición, a pesar de que sabemos que los ensayos de doble ciego son más eficaces a la hora de saber si un medicamento es eficaz, nos seguimos fiando del vecino o de nuestra intuición y, por ejemplo, consumimos homeopatía. Somos animales políticos y sociales. Nuestra parte humana siempre ejercerá de contrapeso, aunque muchas veces nos hayamos equivocado a la hora de pronosticar hasta qué punto y de qué forma. 


4.- Desde la perspectiva evolucionista cometer errores de tipo I (falso positivo de un peligro) es preferible a cometerlos del tipo II (falso negativo). Mejor asustarse con una cadena de moto en el suelo del parking que pasar delante de una serpiente venenosa y pensar que es una rama. El interruptor de la amigdala se enciende muchas veces pero el riesgo real de morir o sufrir grave daño disminuye notablemente. ¿Es la ansiedad (muchas veces crónica) el peaje que tenemos que pagar por estar vivos en un entorno potencialmente hostil? ¿Hemos de mantener una razonable irracionalidad? 

Este tema es muy interesante porque muchas personas, al echar un vistazo a mi libro, me preguntan si es un manual para vivir más tiempo o evitar los verdaderos riesgos. Entonces les respondo que incluso yo, que me he pasado cuatro años leyendo estadísticas para escribirlo, me muero de miedo si hay turbulencias en el avión. O si me entero por las noticias de que en mi barrio hay un asesino suelto. Incluso nadaré despavorido hacia la orilla si veo a un tiburón. 

Es decir: hasta cierto punto, todos vamos a seguir siendo así. El libro, si acaso, es una explicación de cómo es verdaderamente el mundo. Es como si fuera un libro sobre las sustancias neuroquímicas que se producen durante el enamoramiento. Aunque lo leas, continuarás enamorándote. 

Siendo un poco optimista, espero que esta clase de reflexiones no sirvan tanto para nosotros, en el día a día, como a la hora de escoger a nuestros representantes o determinar si hay que invertir más o menos recursos en un problema. Citando de nuevo a Kahneman en Pensar rápido, pensar despacio, aunque muchos nos asustemos de forma automática frente al avistamiento de un tiburón (pensamiento rápido), luego podemos declinar la inversión de millones de euros en el control de tiburones (pensamiento lento) habida cuenta de que no es un problema estadísticamente significativo. Así que mi esperanza con De qué (no) te vas a morir es que sirva una especie de sistema de defensa contra la demagogia.

Por otro lado, los riesgos también son dinámicos. En el libro muestro que los perros matan a más personas que los tiburones. Pero eso ocurre porque interactuamos más con perros que con tiburones. Si un puñado de lectores profundamente persuadido por las estadísticas se lanzara a nadar con tiburones todo el verano porque apenas causan víctimas en el mundo… probablemente el número de víctimas aumentaría. 

En conclusión, los sesgos, los instintos, los atajos, las heurísticas no siempre funcionan, pero muchas otras veces sí lo hacen. Lo difícil es saber cuándo hacer caso a lo que sentimos y lo que podemos saber. Incluso saber qué clase de vida queremos llevar, si una más basada en lo que sentimos o en lo que podemos saber.

 
5.- Hemos alcanzado los 8.000.000 millones de habitantes en la tierra y se estima que hay en torno a 8.000 maneras en las que podemos morir. Por mantener el número, veamos, a nivel global ¿cuáles son las 8 maneras de morir más comunes? ¿Cuáles son las 8 maneras de morir que más nos obsesionan? ¿Algunas están presentes en ambas listas?

La mayoría de las principales causas de muerte en el Primer Mundo surgen de enfermedades por desajuste evolutivo, es decir, rasgos evolucionados que alguna vez fueron ventajosos pero que se volvieron desventajas debido a cambios en el medio ambiente. Por ejemplo: nos sentimos más atraídos por los alimentos muy calóricos porque solo sobrevivieron, en un pasado donde había escasez, quienes se alimentaban de alimentos muy calóricos (grasas y azúcares). Ahora, sin embargo, vivimos en un mundo de abundancia, pero nuestros rasgos no han evolucionado, lo que propicia problemas de salud asociados al consumo excesivo de grasas y azúcares.

Por eso, entre los primeros puestos en la mayoría de países están siempre estas causas de muerte: enfermedad isquémica del corazón, problemas cerebrovasculares, cáncer, demencia, insuficiencia cardíaca, hipertensión, enfermedades crónicas de las vías respiratorias o neumonía. 

Sin embargo, las causas de muerte que más nos preocupan son, por orden ascendente, el terrorismo, los homicidios, los suicidios, la neumonía, la diabetes, la apoplejía, el azlheimer, enfermedades respiratorias, accidentes y cáncer. 

Como podemos ver, algunas están presentes en ambas listas, así que no andamos tan desencaminados, después de todo. 

A este respecto, en el libro refiero un proyecto de la Universidad de Oxford llamado OurWorldindata, que hizo una comparación entre búsquedas de Google y datos estadísticos de muerte. Descubrió cosas como que la tercera parte de las muertes en Estados Unidos son por enfermedades cardiovasculares y sin embargo solo aparecen en el 2-3% de las búsquedas de Google y poco más en los medios de comunicación (The New York Times y The Guardian). Y al contrario,  las muertes violentas son menos del 3 % del total y ocupan más del 60% de la cobertura en medios.

 
6.- Los medios y el arte y la narrativa (también la audiovisual, el cine en particular), incluso los videojuegos, apuestan por las historias y dinámicas de violencia y miedo, porque gustan. Algunos incluso se preguntan si la vida no sería un auténtico aburrimiento, incluso una no-vida, si no hubiera malos y males que tratar de enfrentar (violencia) o evitar (miedo). Como dice Bunbury en Las Consecuencias: "¿Por qué siempre conviene alegrar a la gente? / también de vez en cuando / está bien...asustar un poco". ¿No será ese sesgo humano hacia lo terrible, hacia lo dramático, una adaptación a un mundo en el que nunca se puede bajar la guardia? 

Sin duda, es un sesgo que parece que nos ha mantenido con vida. Al menos, hasta ahora. Sin embargo, creo que mucho de nuestro placer a la hora de consumir historias de violencia o miedo tiene también otro origen. La posibilidad de experimentar todo eso sin exponernos a riesgos de verdad. Nos gustan las historias, también las que nos lo hacen pasar mal, porque es una forma de entrenarnos para la vida real, y también una manera de pensar contractualmente, en el sentido de: ¿qué habría hecho yo en tal situación?

El aburrimiento también es un tema muy interesante. En aras de buscar emociones, a veces todos tendemos a ser un poco quijotescos y la emprendemos incluso contra molinos que creemos gigantes que deben ser abatidos. 

7.- Vivimos tiempos de incertidumbre, y aunque todas las épocas lo sean en mayor o menor medida la nuestra es una etapa histórica en la que, por un lado, vivimos mejor que nunca, y por otro vemos el apocalipsis a la vuelta de cada esquina. Cuanto más seguros estamos más miedo tenemos. Los políticos juegan con nuestras vulnerabilidades para ganar nuestro voto, el miedo es, que duda cabe, su aliado. Pero la cuestión estriba en cúales de esos miedos (que nos hablan no ya de nuestra muerte individual, sino de nuestra decadencia y caída o incluso lenta extinción y sobre el colapso de la Civilización) tienen un fundamento suficientemente sólido. Cuando los datos no son enteramente concluyentes ¿hemos de abandonarnos a nuestras filias y fobias y votar desde las entrañas? Siendo la incertidumbre algo tan omnipresente ¿no decidimos a cada paso guiados por las entrañas?

El problema de los escenarios con alta incertidumbre es que los datos nunca son concluyentes. Los problemas complejos no pueden resolverse con recetas o algoritmos fijos. Porque cualquier actuación, cambia la naturaleza del problema problema. Es decir, que los problemas complejos son dinámicos, luego las soluciones también deben serlo. Hacer pequeñas pruebas, ver cómo se comporta el sistema y seguir adelante o cambiar de dirección.

En ese sentido, no solo debemos temer a los mesías o los solucionadores de problemas complejos con soluciones fijas y sencillas, sino también a los expertos que tienen una lupa demasiado centrada en su especialidad. Además, también necesitamos a orquestadores, personas con miradas más amplias capaces de entender el problema desde todos sus puntos. Por ejemplo, si se produce una pandemia, el experto en economía proporcionará unas soluciones de visión económica, el experto en virología, visión médica, etc. Y todas esas visiones, a menudo, entran en conflicto. Dado que el virólogo poco o nada sabe de economía, y el economista poco o nada sabe de medicina, necesitamos a coordinadores que ofrezcan, utilizando terminología de Edward O. Wilson, “consiliencia”. Para una introducción a esta clase de perfil que cada vez será más demandado recomiendo siempre el libro Amplitud, de David Epstein, o Mindware, de Robert Nisbett. En definitiva, debemos cultivar la sabiduría, sobre todo ahora que empezamos a saber qué es la sabiduría y que tiene poca relación con la inteligencia o la experiencia, tal y como explico más ampliamente en mi newsletter Sapienciología.

¿Entonces? ¿Delegamos? ¿Nos fiamos? ¿Hasta qué punto? La mayor parte de las divisiones políticas acerca de las respuestas a estas preguntas tienen que ver con cuán racional creemos que es el individuo, cuán competente, cuán idiota. Cuál es su capacidad de moldear el mundo y a sí mismo bajo los dictados de la razón. Para profundizar en estas dos visiones, el libro que más me impactó fue Conflicto de visiones, de Thomas Sowell. Yo tiendo a pensar que somos poco racionales y que unas instituciones fuertes y unos representantes preparados (aunque siempre tendentes a la demagogia) son preferibles a la ley de la selva, pero también tiendo a pensar que una vida en la que no tengas la suficiente libertad como para cometer tus propios errores (y aciertos) no merece ser vivida. Así que estoy basculando entre esos dos puntos. Según el día y la cuestión a tratar. 

 
8.- ¿Qué hacemos con las Teorías de la Conspiración, que reunen miedos a sombras más o menos alargadas que la del ciprés? 

En primer lugar, no confrontarlas como si quienes abrazaron la conspiración fuesen poco menos que estúpidos. En primer lugar, todos podemos tropezar en una conspiración. Segundo, si somos demasiado beligerantes o intransigentes a la hora de combatir al otro, este se puede replegar en su opinión, fortaleciéndose. Tercero, muchas de las conspiraciones atraen a personas muy inteligentes y cultas, y también personas más informadas que la media sobre el tema en cuestión, así que pueden “ganarnos” en el debate. 

Creo que la estrategia más eficaz es plantear el problema no tanto como un asunto maniqueo, de forma binaria: correcto o incorrecto. Es más útil, y además más cierto en muchas ocasiones, que los asuntos no tienen una respuesta clara. Si se presenta el tema con esas reservas, entonces puede darse el caso de que incluso todos tengamos mucho más en común de lo que creíamos. 

Tema distinto es el de las conspiraciones claramente delirantes, como que la Tierra es plana. En tales casos, vale la pena recordar que muchas creencias absurdas no se abrazan con fervor porque se crea realmente en ellas, sino que precisamente porque son absurdas suponen un coste social, una señalización, que permite al conspiranoico ser aceptado por un grupo social. Sin contar que, cuando uno ha invertido demasiado tiempo y recursos en una idea, aceptar que estaba equivocado resulta demasiado gravoso, así que busca nuevos argumentos para reforzar las mentiras que sustentan la idea. Muchas ideas políticas siguen ese curso y por eso el debate político tiende a resultar tan infructuoso.  

 9.- ¿En qué andas trabajando ahora? ¿Qué proyectos confesables tienes sobre tu mesa? ¿Cuáles son tus mayores temores y tus muertes más temidas (pese a tu conocimiento de su probabilidad)?

Básicamente, temo ver morir a mis seres queridos o que ellos sufran porque yo he muerto. Pero la muerte en sí no me produce miedo, lo cual no significa que quiera morirme. Al contrario: me resulta frustrante la idea de perderme todo lo que va a pasar en el futuro. En mi día a día, soy una persona bastante normal: temo las turbulencias en el avión, temo a los asesinos, temo las enfermedades coronarias. Cosas así. Nada del otro mundo. Después de escribir “De qué (no) te vas a morir” supongo que he ampliado mi espectro de miedos a cosas más concretas, como algunos microbios, las escaleras (más a bajarlas que subirlas) y el atragantamiento al comer. 

En cuanto a mis proyectos, en enero se estrena un programa en RTVE con el apoyo del FECYT en el que he participado como guionista: El año de las emociones. Quiero publicar vídeos y entrevistas con mayor regularidad en mi canal de YouTube Baker Cafe. Y tengo entre manos dos libros más, uno sobre la historia multidisciplinar del Yo y otro sobre la historia de la ciencia ficción. Además, si no hay más retrasos, este año publico otro libro sobre biografías de personas verdaderamente extraordinarias que no son muy conocidas.