lunes, diciembre 23, 2013

Hobbits, Denisovanos y primeros australianos (entrevista a Bert Roberts)



Bert Roberts (foto de Sean Maguire)

Los patrones de desarrollo y crecimiento de los actuales seres humanos son distintos de los que poseen nuestros parientes más cercanos del reino animal, los chimpancés. Nuestro distanciamiento evolutivo de este grupos, que incluye a chimpancés comunes y chimpancés pigmeos o bonobos (popularmente conocidos estos últimos por su divertida sexualidad, que nos recuerda teatralmente a la nuestra) no se derivaron directamente de cambios en el patrón de desarrollo, aunque estos cambios acaecieron como consecuencia ineludible de los cambios anatómicos que sufrieron nuestros ancestros australopitecinos en el este y sur de África al adquirir la postura erguida y bípeda que les distinguió como género y les hizo caminar de forma distinta hacia nuevos horizontes evolutivos…dejando sus huellas de este paso impresas en Laetoli, Tanzania (auténticas huellas de lo que bien podrían ser unos humanos…de unos tres años de edad).

No hay que engañarse, en cualquier caso, con la imagen mostrada, que gráficamente podría ilustrar un paso firme hacia el futuro. Nada más lejos de la realidad, tal como se percibe ahora. Los antepasados del hombre son difíciles de localizar en el exuberante follaje del árbol evolutivo de los homínidos, lleno de ramas variadas. Dos de ellas, que parten del mismísimo tronco, y que dieron origen a numerosos brotes específicos, son muy distintas: una es robusta, la otra grácil. De la primera surgió un conjunto de brotes (algunos que se alargaron como ramas laterales de más de 1 millón de años) los que podríamos denominar, de modo general, parántropos, animales más bien sedentarios y tranquilos que ante la llegada de los cambio  climáticos que redujeron las selvas africanas a calvas en medio de extensas sabanas y cercanas a desiertos, se especializaron en comer tubérculos, raíces y en general productos abrasivos de difícil procesamiento en el aparato masticados y en el digestivo, en las fronteras entre el poco espeso follaje de las selvas en retirada y la sabana invasora: vasta y abierta y llena de nuevos retos y peligros. Su robusta rama -apoyada por la robusta mandíbula y los robustos molares machacadores de duras cáscaras de sus anchas bocas- prometía mantenerse firme sobre el tronco del árbol. Era un buen experimento de la evolución: conservador y de bajo riesgo…y sumamente especilizado. Y como el 99,9 % de esos experimentos está hoy extinguido.

Huellas de Laetoli (Tanzania)
De la rama grácil y frágil brotaron multitud de especies de estructura ósea y dientes más gráciles (y frágiles), que no podían permitirse una estrategia de alimentación basada en el procesamiento lento y de molino de piedra de sus parientes parántropos trituradores.  Los australopitecos, los Homo habilis y los Homo rudolfensis (estos últimos incluidos en el género Homo por muchos paleoantropólogos, aunque otros paleoantropólogos los consideren simples variantes australopitecinas), eran de pequeño tamaño (metro y medio los machos y un metro las hembras, decímetros arriba, decímetros abajo), y se sabe que algunos de ellos fueron los primeros viajeros fuera de África, saliendo de allí hace 2 millones de años y llegando, al menos, hasta Dmasini, localidad de la actual Georgia, en el sur del Cáucaso. Pero allí donde llegaron –no se conocen los pasos intermedios- eran tan bajitos como los Homos africanos, más/menos, si bien ya no podía considerárseles de la misma especie que ninguno de ellos, dadas sus características morfológicas. ¿Qué había pasado? Pues seguramente que habían evolucionado por el camino, lo cual tiene pleno sentido, pues si la evolución supone un largo camino también un largo camino también supone una evolución. Y dadas las evidencias paleantropológicas podríamos unir puntos y relacionarlos con otros puntos donde han sido hallados restos fósiles de otras especies.

Algunos sugieren que pudieron los homínidos que recalaron en Dmasini pudieron partir hacia Europa, convirtiéndose por el camino en el burgalés Homo antecessor. Parece plausible, al menos posible. Y una mandíbula terminada de analizar recientemente en Atapuerca podría ayudar a reforzar esa hipótesis y hacerla pasar de posible a probable. Por otro lado los homínidos de Georgia –llamados por sus peculiaridades específicas Homo georgicus-  se dirigieran, además de hacia el Oeste, en sentido contrario, antes y/o después de llegar a Dmanisi, lo cual podría haber dado origen a especies tales como el Homo erectus. Sin embargo antecessor y erectus tenían un tamaño mayor, más parecido al nuestro. ¿Es que todos los caminos homínidos conducían a la Roma de un desarrollo hacia formas más altas del género? ¿se trataría de una convergencia evolutiva? No parece fácil, y explico por qué:

Reconstrucción del Niño de Turkana
Todo comienza con otra ramita del árbol africano no fácil de ubicar. Es sin duda una ramita del lado grácil, pero no se sabe bien de qué otra ramita grácil previa proviene. El nombre que se le dio originalmente fue el de Homo erectus (erecto), por considerársele parte de la especie que colonizó Asia, pero luego se le clasificó como Homo ergaster (trabajador), dándosele la consideración de una especie exclusivamente africana. Este homínido tenía un andar erecto, ciertamente, y una altura bastante mayor que la de los anteriores homínidos encontrados en el registro fósil africano. Un ejemplar muy completo juvenil fue hallado en el lago Turkana, recibiendo el nombre de El niño de Turkana. Y no era precisamente un niño del tamaño de un humano de tres años, como los australopitecos o el habilis ya de adultos. Era un niño al que, a través de los dientes y huesos se le  ha atribuido una edad de entre once y quince años al morir y que medía un metro sesenta centímetros, centímetro arriba centímetro abajo. Al no haber culminado su crecimiento se ha estimado que, con el ritmo del mismo, fácilmente podría haber alcanzado el metro ochenta en la madurez. Esa ramita salida de otra ramita grácil era más alta y más esbelta.... Y ese hecho tan aparentemente irrelevante (¿de qué le servía ser más alto, es qué veía más lejos entre los hierbajos de la sabana?) explicado en términos de desarrollo biológico tenía una significación enorme. Ese niño habría probablemente nacido en un relativo estado de indefensión que habría requerido los cuidados parentales. Ese niño desarrollaría gran parte de su cerebro de aproximadamente 900 cc de tamaño fuera del útero materno. Su madre tuvo un parto prematuro y más complicado que el de sus antecesoras tipo habilis, pues daba a luz un cabezón por una pelvis estrecha (cuya estrechez se debía a la locomoción bípeda) y tuvo que afrontar los retos de la sabana con un ser por completo dependiente a cuestas, puesto que dicho ser, cabezón ya de por sí, todavía tenía que desarrollar un cerebro más grande –fuera del útero. Pero al desarrollar ese pequeño e indefenso ser un cerebro más grande, una vez superaba el año, y más aún al superar los tres, cuando alcanzase más que probablemente el tamaño corporal de los habilis, tendría una inteligencia mayor derivada de una flexibilidad cognitiva igualmente mayor. Ese ser era un niño, no ya un infante. Tenía un período de desarrollo infantil que ahora llamamos niñez que los demás simios antropomorfos no tienen, ni tampoco tuvieron sus inmediatos antecesores en la historia evolutiva. Y llegado el final de dicha niñez, prolongación del desarrollo del cerebro, sufriría una serie de cambios rápidos que le conducirían a la edad adulta y que constituirían una segunda etapa del desarrollo adicional no existente en los anteriores representantes de su género, llamada adolescencia. Durante la adolescencia se produciría un gran aumento del tamaño corporal (y el desarrollo de los rasgos sexuales) y el pequeño simio-niño se convertiría en un joven con un gran cerebro que había entrado de lleno en lo que Steven Pinker denominó acertadamente “el nicho cognitivo”.

Mientras los parántropos, cual pequeños gorilas, masticaban duros hierbajos y semillas y tubérculos arenosos, con un cerebro relativamente grande para ser casi exclusivamente herbívoros, pero con un aparato digestivo con unos requerimientos energéticos tan grandes que impedían cualquier desarrollo ulterior del cerebro. Ahora no queda ninguno masticando ramas en África, pero en su momento fueron un grupo muy diverso y adaptado, y estuvieron cinco veces más tiempo del que llevamos los sapiens colonizando la tierra.


Canales de parto de humanos y chimpancés
Volviendo a lo que decíamos arriba de los que bien podrían ser nuestros ancestros, el andar bípedo, redujo el canal del parto, mientras a un tiempo el cerebro crecía en tamaño, y llegado un punto se produjo un choque aparentemente irresoluble entre ambas tendencias evolutivas (un cerebro más grande al nacer y un canal del parto cada vez más estrecho). Si no se hubiese dado algún tipo de compromiso entre ambas tendencias es indudable que las especies bípedas de primates no habrían llegado a ser cognitivamente tal relevantes como lo fueron los neandertales o lo hemos sido nosotros. Los partos hubieran terminado por ser imposibles y la descendencia no habría alcanzado la salida hacia la vida y la posibilidad de sembrar más vida susceptible de evolucionar.  Pero la solución evolutiva de compromiso se alcanzó, y esta no era otra que la altricialidad  (o nacimiento prematuro, que dejase parte del desarrollo del cerebro al albur de los factores ambientales y de los cuidados parentales). Ésta elongó la crianza hasta extremos peligrosos. Los  bebés que luego serían animales adultos más listos, y por tanto más adaptables al medio a través de la inteligencia necesitaban de una madre, ciertamente, pero también de un padre, y de un grupo en el que se diera eusocialidad, en el que existieran lazos fuertes entre los miembros. Esto por tanto hizo más sociales a los ya de por sí sociales simios del pleistoceno africano, y que los padres tuvieran que empezar a colaborar en la crianza de los niños (mucho antes de que lo hicieran los humanos con los cambios de pañales y los biberones).

Pero nos hemos ido por las ramas….por la rama que condujo probablemente a nuestra especie (y a muchas otras) de seres humanos, demasiado humanos.

Dentro de la rama grácil, mayor aún, teníamos a esos emigrantes de hace 2 millones de años establecidos ni más ni menos que a los pies del Cáucaso y entre Asia y Europa. ¿Evolucionarían, preguntamos de nuevo, hacia otras especies más altas?  No parece fácil. Dicha convergencia evolutiva con los ergaster y hacia los erectus, por un lado, y los antecessor por otro, requería elevarse por encima de su condición –y su altura- desarrollar un cerebro mayor y  una altura mayor a izquierda y derecha del mapa, a oeste y a este. Y convertir el dilema entre mayor cerebro y bipedismo en un universal humano que la evolución se encargaría de resolver siempre de igual manera. ¿Posible? Sin duda. ¿Probable? Difícil de estimar la probabilidad.

Busque la Isla de Flores
En todo caso este largo peregrinaje habilis quizás si llegase a buen puerto en una pequeña isla de Indonesia. ¿Qué hicieron los habilis que abandonaron África de camino a Dmasini por el camino mismo? Caminante no hay camino, se hace camino al andar. ¿Pudo haber algún grupo que siguiera hacia el este antes de llegar tan al norte? ¿Pudieron mantener su pequeña estatura y su pequeño cerebro y humanizarse de algún otro modo? ¿Pudieron llegar a una lejana isla en Indonesia, colonizarla y desarrollar en ella no un cuerpo humano alto ni un cerebro grande sino las mismas o parecidas herramientas que un cuerpo humano grande y de gran cerebro hubiera hecho en su mismo tiempo? ¿Y podrían haber sobrevivido a neandertales, hijos de los hijos de los Homo ergaster o de los Homo georgicus, aislados, y nunca mejor dicho, en una pequeña isla volcánica?

Parece una hipótesis arriesgada, cuando menos. Muy probablemente no fuera así, pero lo que está claro es que el enigma fósil que representan los restos humanos hallados en la lejana isla del sudeste asiático de Flores debería hacernos reflexionar sobre al menos un par de cuestiones:

1.-¿No era un gran cerebro un prerrequisito para el desarrollo de una tecnología lítica avanzada? ¿Por qué en Flores se han encontrado restos de homíninidos con el cerebro del tamaño de un pomelo asociados a herramientas líticas de una sofisticación equiparable a la de nuestros ancestros propiamente humanos?

2.-Si fueron una serie de cambios en los patrones de desarrollo los que condujeron a homíninos  más altos (teóricamente), ¿qué clase de desarrollo tuvieron estos representantes de los homíninos de Flores, cuyo tamaño físico nos remonta a los predecesores de aquellos que desarrollaron la niñez y la adolescencia? ¿Tenían niñez o adolescencia y, simplemente, crecían muy poquito? Pensemos en sus facultades mentales, tratando de hacer abstracción del tamaño de su cerebro y centrándonos en su tecnología lítica. ¿Era realmente suya?

Homo Floresiensis (ilustración de Peter Schouten)

Estos pequeños ejemplares humanos con el tamaño de niños de tres años pero con por completo adultos encontrados a finales del año 2004 en la Isla de Flores por el arqueólogo Mike Morwood y su equipo son uno de los hallazgos paleoantropológicos más grandes de la historia. Y en sus reducidas dimensiones corporales y cerebrales reside su grandeza.

¿Fueron Homo erectus miniaturizados  por la ausencia de recursos y depredadores de gran tamaño en aquella remota isla? ¿Fueron Homo habilis o georgicus también evolucionados hacia una nueva forma pero que no tuvieron, en la isla de flores, presiones que condujeran a su crecimiento físico o cerebral? No es fácil decirlo porque los restos encontrados hasta ahora son pocos. Sin embargo parece descartarse la posibilidad de que fueran simplemente humanoides microcefálicos o enanos, como apuntaron desde el principio numerosos paleoantropólogos a los que no les cuadraba un personaje de la historia de nuestro género tan diminuto y tan cercano en el tiempo a nosotros. No parece haber en su cráneo ni en su esqueleto postcraneal, a juicio de la experta en el estudio de endocráneos, Dean Falk, de la Universidad de Florida (a quién tuvimos ocasión de entrevistar aquí en la Nueva Ilustración Evolucionista) nada que sugiera un “enanismo” patógeno o un desarrollo cerebral anómalo, característico de alguien microcefálico. Es probable que un estudio detallado del desarrollo dentario y óseo puedan contribuir a esclarecer algo sobre su naturaleza y origen. Pero sea este cual sea, el llamado Homo floresiensis ha resultado ser un espécimen curioso no ya por su altura, sino por sus supuestas habilidades manuales y de otros tipos (por ejemplo, y sin duda más importantes, las que les permitieran llegar hasta una isla tan alejada de la costa asiática) con un cerebro más bien pequeño.

Cráneo LB1 de Flores (foto de Peter Brown)
No se sabe si coincidieron en algún momento con los erectus (siendo o no sus descendientes) o con los humanos anatómicamente modernos. Es dudoso, pero posible. Sea como fuera se extinguieron y apenas dejaron de sí y de su cultura y forma de vida una pequeña e insuficiente muestra para llegar a conclusiones de alcance. El llamado Hobbit, el verdadero Hobbit, que al creador de la Tierra Media, J.R. Tolkien, le hubiera entusiasmado como un ejemplo de cómo la realidad, a veces, supera a la ficción, desapareció hace aproximadamente 13.000 años.

Uno de los arqueólogos implicados en el proyecto de Morwood, Bert Roberts, también estudió los primeros asentamientos de humanos modernos en Australia. En dicho continente no parece haber dudas sobre cuál fue la única especie homínida que lo colonizó. De origen, parece ser, denisovano, los aborígenes australianos llegaron hace más de 45.000 años a Australia para quedarse. Bert Roberts aplicó en los años noventa nuevas técnicas de medición del tiempo (por luminiscencia) a los restos arqueológicos de los humanos que desembarcaron en Australia y comprobó que la gran isla-continente fue colonizada mucho antes de lo que hasta entonces se habían atrevido a creer  los demás estudiosos del pasado humano en general, y los del pasado humano en particular. El tiempo ha terminado por darle la razón sobre el tiempo.

Nos encontramos en un momento de grandes descubrimientos sobre el pasado de nuestra especie y de todas aquellas parientes cercanas que se relacionaron con nosotros. Los estudios genéticos que se están desarrollando  a partir de ADN extraído de restos fósiles con nuevas técnicas de laboratorio  están complicando, en el camino de la clarificación, el cuadro de la evolución humana. Puede que en poco años tengamos ante nuestros ojos un paisaje más despejado dentro del cual podamos ubicar con cierta certidumbre cada una de esas piezas del puzle paleoantropológico que hasta el momento resultaban tan difíciles de unir.

Bert Roberts, que trabaja activamente en esta nueva línea de investigación interdisciplinar del estudio de nuestro pasado, ha tenido la amabilidad de responder unas preguntas para nosotros.

En inglés:

1.- We think that this interview should start with a small tribute to the late Michael J. Morwood

Mike Morwood was unquestionably the driving force behind the ‘Hobbit’ project. Without his doggedness and single-minded focus, the excavations at Liang Bua on the island of Flores would never have happened. Of course, our Indonesian collaborators were key participants, too, and we’d have accomplished nothing without them. But the project needed an archaeologist like Mike, who was determined to dig deep and not stop until he struck bedrock, to forge ahead despite the numerous logistical and political obstacles.

2 - What remains of Homo erectus in Asia? Do you think that anatomically modern humans and erectus interbred? Are there any genetic data of Homo erectus?

Homo erectus is an intriguing species, being spread across Asia (depending on how exactly you define the species). Fossil remains of H. erectus in Java have been studied intensively since Eugene Dubois in the late 19th century, but there’s still a lot we have yet to learn – such as whether H. erectus and H. sapiens ever met in island Southeast Asia. Given our current state of knowledge on the subject, it would seem that the two species might have missed each other by several tens of millennia. But that’s a prime example of where a new fossil discovery might alter the facts in an instant. Insights from ancient DNA of H. erectus or early H. sapiens in Southeast Asia would be fascinating, not least to see where the elusive Denisovans might fit into the picture. Warm and wet tropical conditions are far from ideal for DNA preservation, however, and no genetic traces have been recovered thus far, but great strides continue to be made year on year and I’m an optimist by nature, so I live in hope!

3 - How did Homo arrive to Flores island? Where did they come from? What do you think was their evolutionary lineage?

Stone tools dating to just over 1 million years have been found a few tens of kilometres east of Liang Bua, in the volcano-encircled Soa Basin of central Flores. Artefacts were reported from there in the 1960s by a Dutch catholic priest, Father Theodor Verhoeven, and it was these unconfirmed reports that drew Mike Morwood to Flores in the mid 1990s. Mike’s confirmation of Verhoeven’s findings inspired him to dig at Liang Bua, which Verhoeven had also visited. The million-year-old stone tools on Flores could certainly have been made by ancestors of the late-surviving Hobbits further west, but no hominin remains have yet been unearthed in the Soa Basin, despite intensive searching and extensive excavations by Mike and others here in the Centre for Archaeological Science at the University of Wollongong. So, it’s too early to conclude that H. floresiensis did or didn’t make these artefacts. Of course, if H. floresiensis wasn’t the toolmaker, then who was?  H. erectus is the obvious candidate, but we can’t discount the possibility that they might represent the handiwork of ancestral Denisovans.

This leads us to the unresolved issue of the evolutionary lineage of H. floresiensis. After a decade of debate, acrimonious at times, it’s still not entirely clear what, if any, the relationship is between H. erectus and H. floresiensis. The latter may, indeed, represent a dwarfed version of the former, as we originally entertained back in 2004, and this view is still favoured by many. But there are also some very archaic features more reminiscent of H. habilis and australopithecines. This mixed set of morphological characteristics makes H. floresiensis hard to place with any certainty in an evolutionary schema for hominins, which is why the species is often plotted meandering rather vaguely somewhere off to the side! We also have a very poor grasp on whether Hobbits might have encountered other or earlier populations of H. erectus or pioneering modern humans migrating through island Southeast Asia – perhaps even a population of Denisovans that might have crossed Wallace’s Line. Again, ancient DNA could be very revealing, but this requires (among other things) a more comprehensive set of human fossils across the entire region.

4 - What can we  know about the culture and mind of Homo floresiensis from the archaeological remains that you have studied? To what extent do they resemble Homo erectus and to what extent do they differ from Homo erectus ( apart from the size , of course) ?

Studies of the stone tools are ongoing by the archaeologists in the team that Mike assembled. It’s worth bearing in mind that we currently know of only a single site with fossil remains of H. floresiensis – Liang Bua – and a sample size of n = 1 gives us only one leg to stand on! So, the artefact collection associated with Hobbits is, similarly, severely restricted, which makes it difficult to make definitive comparisons with artefact assemblages for other species that are more widespread and have larger sample sizes. We badly need more sites containing fossil remains of Hobbits and their tools, so we can start to assess their geographical and temporal variability. Waving aside all these caveats, the stone tools attributed to Hobbits at Liang Bua are simple but, nonetheless, technologically sophisticated compared to the (disappointingly few) artefacts associated with H. erectus in Java, and they also differ in more subtle ways from the Holocene-age stone tools used by H. sapiens at Liang Bua (see below).

5.-Is it absolutely sure that the advanced lithic industry found in Flores island belongs to Homo floresiensis? And, if it’s so, Is there something   that makes this industry  "special", a kind of reflect  of the  floresiensis uniqueness as a species?

Regrettably, I don’t think we can be so species-specific. The most recent account of the Liang Bua stone artefacts was published in November 2009, in a special issue of the Journal of Human Evolution that drew together different aspects of the Hobbit project. In their review, the authors highlighted the similarities and distinctions between the artefacts made by Hobbits and modern humans. The general method of tool manufacture appears to be essentially the same for both species, but the choice of raw material changed slightly with the arrival of H. sapiens, stone artefacts with smooth, glossy patches (probably created by the processing of plants) made their first appearance, and heat-damaged tools became more common. In reality, if we hadn’t found fossil remains of H. floresiensis in the same layers as the artefacts, the differences in stone tool technology could quite easily have been interpreted as a shift in H. sapiens toolmaking at the Pleistocene/Holocene transition. But, of course, new discoveries at another site or two could change this picture substantially, so the Hobbit project is still a work in progress.

6.- You argue that Homo floresiensis probably used language : How did you reach that conclusion ? Do you believe that erectus also spoke?

Mike Morwood first reached this conclusion when the stone tools in the Soa Basin turned out to be more than 800,000 years old. Back then, in 1998, no one knew of H. floresiensis, so the tools were considered to be the handiwork of a troupe of H. erectus who had managed to cross Wallace’s Line – the biogeographic divide separating Bali from Lombok and Borneo from Sulawesi – which involves open-water voyages. To make repeated water crossings requires quite a bit of coordination, including selecting or building a sea-worthy vessel and then navigating it to the next island against the strong ocean currents that pass between these Indonesian islands. In fact, the direction of the prevailing currents makes it more likely that the first hominins reached Flores from Sulawesi (which lies directly to its north) than by hopping along the chain of Lesser Sunda Islands, but the Sulawesi route requires even longer sea crossings.

Whichever path was taken, surely such a feat requires some form of coherent and efficient communication to transmit vital information, either via a formal language (as we might define it) or using something rather less sophisticated but nonetheless sufficient for the purpose? Indeed, water crossings of this nature were generally thought to have been the prerogative of H. sapiens, such is the degree of difficulty involved. Later, after landing on Flores, the ancient mariners had to eke out an existence alongside carnivorous Komodo dragons and it is likely that they hunted Stegodon (a now-extinct type of elephant), both of which would have required good communication skills. But as we still don’t know whether H.erectus, H. floresiensis or some other hominin made the stone artefacts in the Soa Basin, it’s a moot point as to which species should be credited with doing the talking.

7 - What flora and fauna accompanied Homo floresiensis in his evolutionary adventure? What kind of island was the Flores island  when Homo floresiensis lived there ?

Flores was something of a ‘lost world’, with giant reptiles, tortoises, birds and rats, together with Stegodon both large and small. However, the overall impoverished nature of the fauna indicates the difficulties faced by animals in first reaching the island and then maintaining a foothold. Giant rats and reptiles still persist on Flores (or on the adjacent islands), but the others are now extinct. So, when humans first arrived on the island, they would have encountered a new fauna – remember, they had just crossed the biogeographic boundary separating Asia from Australia – including the predatory Komodo dragon, which they’d never seen before. If these first arrivals were small in stature – like the 1 metre-tall Hobbits at Liang Bua – then it would have made for exciting times! Rather less is known about the history of vegetation cover on the island. But then as now, the landscape and its inhabitants would have experienced variable amounts of monsoonal rainfall and been subjected to other climatic fluctuations, in addition to numerous volcanic eruptions on Flores and the other islands that lie along this sector of the Pacific ‘ring of fire’.

8 - What made the size of these men to be so small ? Is the "insular " hypothesis of mammal size plausible, considering the existence of , for example,  large rodents ?

Certainly, island dwarfing remains a viable explanation for the small size of H. floresiensis, but it may not be the main or only reason. If the ancestors of H. floresiensis were already on the small side when they arrived on Flores – as might be the case if their forebears were from H. habilis or australopithecine stock – then there might not have been a lot of shrinkage required. There is merit in being energy-efficient on a relatively small and impoverished island, and the rule of thumb for island dwarfing is that animals larger than a rabbit get smaller, while those smaller than a rabbit grow bigger – hence, giant rodents, pygmy elephants and tiny humans.

9.- Was Homo Floresiensis the Ebu Gogo of Flores Island legend?

Now we enter the realm of pure fantasy! The short and pragmatic answer to the question is ‘probably not’. But this still leaves lots of wiggle-room to speculate about the (admittedly remote) possibility that Hobbits survived until such recent times that they have entered the local folklore. The legend of Ebu Gogo has been the subject of serious anthropological study, and it is not inconceivable that the story has some basis in fact – although whether the human-like creature in the folk tale has anything to do with remnant populations of H. floresiensis is anyone’s guess. I’d like to think it was possible, at least, and reports still occasionally emerge of newly discovered large mammals that have somehow hitherto evaded detection. So, long live the Hobbit!

10 - What do you think led  Homo floresiensis to extinction ?

Again, there are more theories about this than there are data to support them. Flores has a number of active volcanoes, as do many other islands along this seismically active archipelago. The geological record of volcanic eruptions – commonly preserved as cemented ash – extends back more than a million years in the Soa Basin, so it may well be the case that the last group of Hobbits seeking refuge in Liang Bua was wiped out in the aftermath of a catastrophic explosion and the destruction of their habitat. The largest volcanic eruption of the entire Quaternary occurred 74,000 years in northern Sumatra, but there is no evidence to suggest that the fallout of this Toba eruption landed as far east as Flores. Also, the Hobbit is thought to have persisted long after the Toba blast and there are many layers of volcanic ash in the Liang Bua deposits and exposed in the surrounding landscape, so any volcanic culprit probably lies closer to home.

Another possible candidate is a sustained period of climatic deterioration, which might have adversely affected the supply of resources. But the climate history of Flores and the adjacent islands is still sketchy, especially with a time resolution of relevance to the lives of people (years to decades, at most). Then there’s H. sapiens, who had reached Southeast Asia by about 60,000 years ago – and possibly even earlier – based on the available archaeological and genetic evidence. And let’s not forget those peripatetic Denisovans – how far did they spread into Southeast Asia and when did they do so? If Hobbits had encountered Denisovans or modern humans, what would have been the outcome? Past interactions between us and other species have often had dire consequences for the other parties. We have no evidence to guide us on the question of whether Hobbits, Denisovans and H. sapiens played nice, or if they passed like ships in the night. Among other things, we need to establish when H. sapiens reached Flores and if Denisovans ever made it there, as well as their spatial and temporal overlap with H. floresiensis. We can’t answer such questions based on archaeological and fossil finds at a single site, so the search must widen to encompass new localities – and especially those that could fill some of the time gap in the Middle Pleistocene (the period between 780,000 and 130,000 years ago), which separates the Soa Basin (Early Pleistocene) from Liang Bua (Late Pleistocene and Holocene).

11.-. How and when did the genus Homo arrive to Australia ? How do you think the arrival of humans influenced  the extinción of Australia megafauna?

There is a growing body of evidence supporting human arrival in Australia more than 50,000 years ago. In the 1990s, radiocarbon dating couldn’t reach this far back in time, but another dating method -- luminescence dating – had the potential to do so. So I applied it to a couple of human occupation sites in the top end of Australia and obtained ages of 50,000–60,000 years. Some archaeologists thought my ages were too old, but their views have gradually shifted over time, along with improvements to the accuracy of radiocarbon, luminescence and other dating methods. Even the most conservative ‘short chronology’ archaeologists now accept 45,000 years as the youngest possible date for first human landfall, so the time interval of interest is now fairly well constrained. How quickly people settled each region of the continent is much harder to say, as there are still frustratingly few dated sites older than 40,000 years, and the spatial coverage is very patchy. The oldest-known skeletal remains of humans hail from southwestern New South Wales – from the dunes bordering Lake Mungo – and these, as with all other human remains discovered on the continent, are H. sapiens. But the oldest archaeological sites in Australia lie in the far north, where fossil remains are absent and the Aboriginal language groups are distinctive, diverse and have ancient origins. So, given the existence of Denisovan DNA in modern Aboriginal Australians and Melanesians, it might be opportune to ask an impertinent but important question: who were the first toolmakers to reach northern Australia?

One of the first casualties of human arrival on the continent was the ‘megafauna’ – a term that embraces all of the giant marsupials, reptiles and birds that weighed more than about 44 kg. The Australian climate has always been fickle, and the continent has been gradually drying out over the last few hundreds of millennia. As a result, many of the megafauna had evolved to become supremely adapted to living in a landscape where food and water could be in short supply. It’s hard to be sure exactly how many species might have perished even before humans arrived, because the fossil record is so sparse and poorly dated. It’s like looking down the wrong end of a time-travelling telescope – the picture becomes fuzzier the further back you travel, as the evidence declines both in quantity and quality. At present, we know precious little about what happened to the megafauna in the Middle Pleistocene, but a high proportion of these species appear to have survived into the Late Pleistocene. Certainly, the most common and widespread species – which included giant relatives of modern-day wombats and kangaroos, as well as giant birds and the largest-ever marsupial predator – persisted in some regions until about 40,000 years ago. So, what drove them extinct? It was most likely a combination of factors, but the role of humans was decisive. A drying climate may have placed some environmental stress on the megafauna, perhaps forcing them into favourable habitats, but they would not have gone extinct without humans also exerting pressure. This might have taken the form of low rates of predation of juvenile megafauna, or habitat modification through vegetation burning – ‘firestick farming’ – or a bit of both. The mix of mechanisms probably differed from place to place, according to the local conditions, as it does with extinctions today, but the overarching factor was human impact. Just as the first Hobbits to enter Flores encountered a fauna they’d never seen before, so it was with the first Australians, too. Within ten to twenty millennia, the giants were gone.

12 - What are you working on now ? What mystery of human evolution and archeology would you dream to solve?

For the past 25 years, I’ve been trying to shed some light on when humans arrived in Australia, and when and why the megafauna went extinct, as well as collaborating on projects concerning human evolution, dispersal and our ecological footprint in parts of Africa, Asia and North America. I’ve been very fortunate to have had the support of the Australian Research Council and they’ve recently funded a new research project that will allow me to return to some of my favourite topics and approach them from a new angle. It’ll involve further research into the human prehistory of Australia, Flores and Sulawesi, as well as exploration of new scientific territory in mainland Southeast Asia and the Denisovan heartland of southern Siberia. My focus is on trying to work out which species was where and when, and what they did while they lived there, deploying the latest advances in geoarchaeology, luminescence dating and archaeological chemistry. The project will also provide the impetus to create a national centre for archaeological science in Australia – a collaborative network of like-minded individuals and institutes around the country – as many new insights into the human story can be gained from the targeted application of scientific techniques and technologies. The national centre was something that Mike Morwood also hoped would see the light of day, so he was delighted when we received this news shortly before he passed away. It will be a fitting continuation of Mike’s passion for discovery and adventure – who knows what further surprises lie in store?

Aborígen Australiano


En castellano:

1 - . Pensamos que esta entrevista debería comenzar con un pequeño homenaje al fallecido Michael J. Morwood…

Mike Morwood fue sin ningún género de duda la fuerza impulsora del proyecto ' Hobbit '. Sin su tenacidad y su decidido enfoque, las excavaciones en Liang Bua, en la isla de Flores, nunca se habrían realizado.  Por supuesto la participación de nuestros colaboradores indonesios fue también clave, y no habríamos logrado nada sin ellos. Pero el proyecto necesitaba de un arqueólogo como Mike, decidido a cavar profundamente y no parar hasta golpear la roca madre, y a seguir hacia delante a pesar de los numerosos obstáculos logísticos y políticos existentes.

2 - ¿Qué queda del Homo erectus en Asia? ¿Cree usted que los humanos anatómicamente modernos y los erectus se cruzaron? ¿Existen datos genéticos del Homo erectus?

Homo erectus es una especie intrigante, distribuida por toda Asia (dependiendo de cómo definamos la especie exactamente). Los restos fósiles del H. erectus en Java han sido intensamente estudiados desde que comenzara con ello Eugene Dubois, a finales del siglo XIX, pero todavía nos quedan muchas cosas que permanece pendientes de descubrirse  -como por ejemplo, si  H. erectus y H. sapiens se reunieron alguna vez en las islas del Sudeste Asiático. Dado nuestro actual estado de conocimiento sobre el tema, parecería que las dos especies pudieran no haberse encontrado por varias decenas de milenios. Pero este sería un buen ejemplo de cómo un nuevo hallazgo fósil podría alterar los hechos en un instante. El conocimiento del ADN ancestral del H. erectus o de los primeros H. sapiens en el sudeste de Asia sería fascinante , sobre todo para ver donde podríamos encajar en el cuadro a los esquivos homínidos de Denisova. Las condiciones tropicales cálidas y húmedas están lejos de ser ideales para la preservación del ADN, sin embargo, a pesar de no haber sido recuperados hasta el momento rastros genéticos, año tras año se siguen dando grandes pasos y yo, que soy optimista por naturaleza  ¡vivo de esperanzas!

3 - ¿Cómo llegó el Homo floresiensis a la isla de Flores? ¿De dónde vino? ¿Cuál cree que fue su linaje evolutivo?

A unas pocas decenas de kilómetros al este de Liang Bua , en la cuenca de Soa, rodeada por un volcán en el centro de Flores, se encontraron unas herramientas de piedra datadas en algo más de un millón de años.  En la década de los 60 informó sobre aquellos utensilios un sacerdote católico holandés, el padre Theodor Verhoeven, y fueron estos informes sin confirmar los que atrajeron a Mike Morwood a Flores a mediados de 1990. Cuando Mike confirmó los hallazgos de Verhoeven tuvo la inspiración de cavar en Liang Bua, lugar también visitado por Verhoeven. Las herramientas de piedra de un millón de años de Flores podrían ciertamente haber sido fabricadas por los antepasados de los últimos supervivientes Hobbits del lejano oeste, pero no se han descubierto todavía restos de homíninos en la Cuenca de Soa, pese a la intensiva búsqueda y las extensas excavaciones realizadas por Mike y otras personas de aquí, del Centro de Ciencias Arqueológicas de la Universidad de Wollongong . Así que es demasiado pronto para concluir que H. floresiensis hiciera o dejara de hacer estos utensilios. Por supuesto, si H. floresiensis no fue el fabricante de las herramientas , entonces, ¿quién lo fue? H. erectus es el candidato obvio, pero no podemos descartar la posibilidad de que estos utensilios pudieran representar el trabajo manual de Denisovanos ancestrales.

Y esto nos lleva a la cuestión no resuelta del linaje evolutivo de H. floresiensis. Tras una década de debate, en ocasiones mordaz, todavía no está del todo claro cuál fue, si la hubo, la relación entre H. erectus y H. floresiensis. Este último podría, de hecho, representar una versión enana del primero, tal y como consideramos originalmente  en el 2004, y este punto de vista sigue siendo defendido por mucha gente. Pero también tiene algunas características muy arcaicas más evocadoras del H. habilis y de los australopitecos. Este conjunto mixto de características morfológicas hace difícil colocar con seguridad al H. floresiensis en ningún esquema evolutivo de los homíninos, ¡por lo que la especie es a menudo  colocada merodeando vagamente por algún lugar fuera de los lados de la trama! Tenemos además una comprensión muy pobre de si los Hobbits pudieron haberse encontrado con otras poblaciones, incluso más antiguas, de H. erectus o con los pioneros humanos modernos que migraron a través de la islas de Sudeste asiático -tal vez incluso con una población de denisovanos que pudieran haber cruzado la línea de Wallace. Nuevamente podría ser muy revelador el ADN ancestral, pero esto requeriría ( entre otras cosas) un conjunto más completo de fósiles humanos en toda la región.

4 - ¿Qué podemos saber acerca de la cultura y la mente del Homo floresiensis a partir de los restos arqueológicos que ha estudiado? ¿En qué medida se asemejan y en qué medida se diferencian del Homo erectus (aparte del tamaño, por supuesto ) ?

Los arqueólogos del equipo que formó Mike continúan con el estudio de las herramientas de piedra. Es importante tener presente que a día de hoy solo conocemos un lugar con restos fósiles de H. floresiensis - Liang Bua -¡y una muestra de tamaño n = 1 solo nos da una pierna en la que apoyarnos! Asimismo la colección de herramientas asociada a los Hobbits es, igualmente, muy limitada, lo cual convierte en una muy ardua labor el hacer comparaciones definitivas con otros conjuntos de utensilios de especies más extendidas, con mayores tamaños de muestra. Para poder comenzar a evaluar su variabilidad geográfica y temporalidad necesitamos con urgencia más sitios que contengan restos fósiles de Hobbits y herramientas asociadas a ellos. Dejando de lado todas estas advertencias, las herramientas de piedra de Liang Bua atribuidas a los Hobbits son simples , pero , no obstante , tecnológicamente sofisticadas en comparación con las ( decepcionantemente pocas)  asociados al H. erectus en Java, siendo también diferentes en aspectos más sutiles de las herramientas de piedra del Holoceno que usaron los H. sapiens en Liang Bua (de las que hablo más adelante).

5. – Podemos estar por completo seguros de que la avanzada industria lítica que se encuentró en la isla de Flores pertenece al Homo floresiensis? Y , si es así, ¿Hay algo que haga “especial" esta industria, una especie de reflejo de la singularidad floresiensis como especie?

Por desgracia no creo que podamos ser tan específicos con la especie. El recuento más reciente de las herramientas de piedra de Liang-Bua fue publicado en Noviembre del 2009, en un número especial de la revista Journal of Human Evolution, en el que recogieron diferentes aspectos del Proyecto Hobbit. En su revisión, los autores destacaron las similitudes y las diferencias entre los objetos hechos por Hobbits y los hechos por humanos modernos. El método general de fabricación de las herramientas parece ser esencialmente el mismo para ambas especies, pero la materia prima elegida cambió ligeramente con la llegada de H. sapiens , haciendo su primera aparición artefactos líticos con lisos y brillantes parcheados  (creados probablemente por el procesamiento de plantas), y haciéndose más comunes las herramientas quemadas. Realmente si no hubiéramos encontrado restos fósiles de H. florensiensis en las mismas capas que los útiles, las diferencias tecnológicas podrían haber sido fácilmente interpretadas como un cambio en la fabricación de herramientas por parte de H. Sapiens en la transición del Pleistoceno al Holoceno. Pero por supuesto, nuevos descubrimientos en uno o dos sitios diferentes podrían cambiar este cuadro sustancialmente, así que el Proyecto Hobbit sigue siendo un trabajo en marcha.

 6 - Usted sostiene que el Homo floresiensis probablemente utilizara el lenguaje : ¿Cómo llegó a esa conclusión? ¿Cree que el erectus también hablaba?
Mike Morwood fue el primero en alcanzar esta conclusión cuando se comprobó que las herramientas de piedra de la Cuenca de Soa tenían más de 800.000 años de antigüedad. Por aquel entonces, en 1998, nadie sabía de H. floresiensis, por lo que las herramientas se consideraban la obra de un grupo de H. erectus que había logrado cruzar la línea de Wallace - la división biogeográfica que separa Bali de Lombok y Borneo de Sulawesi –lo que implicaba haber realizado travesías en aguas abiertas . Cruzar las aguas repetidas veces requiere  bastante coordinación, lo cual incluye seleccionar o construir una embarcación aceptable para el mar. Así como navegar de una isla indonesia a otra contra las fuertes corrientes marinas que pasan entre ellas. De hecho, la dirección de las corrientes predominantes hace que sea más probable que los primeros homínidos alcanzaran Flores desde Sulawesi  (que está directamente al norte de Flores) antes que cruzando el mar a lo largo de la cadena de las Islas Menores de Sunda, pero el recorrido hacia Sulawesi requiere atravesar trechos de mar todavía más largos. Fuera cual fuera la ruta tomada, no cabe duda de que una hazaña así requirió de alguna forma de comunicación coherente y eficaz para transmitir información vital , bien a través de un lenguaje formal ( como podríamos definirlo ), o ¿haciendo uso de algo bastante menos sofisticado pero, no obstante, suficiente para dicho propósito? Un cruce de aguas de esta naturaleza, ciertamente, se pensaba en general que había sido prerrogativa del H. sapiens, dada su elevada dificultad. Y más tarde, una vez desembarcados en Flores, los antiguos marineros tuvieron que ganarse la vida junto a los carnívoros dragones de Komodo, siendo probable que cazaran Stegodon (un tipo ya extinto de elefante ), y ambas cosas habrían requerido de unas buenas habilidades de comunicación. Pero como todavía no sabemos si fue H.erectus , H. floresiensis u otro homínido el que hizo los artefactos de piedra en la cuenca de Soa , es discutible qué especie debe ser acreditada con la capacidad del habla.

7 - ¿Qué flora y fauna acompañaron al Homo floresiensis en su aventura evolutiva? ¿Qué tipo de isla era la isla de Flores , cuando el Homo floresiensis vivió allí?

Flores era algo así como un  “mundo perdido”, con reptiles gigantes, tortugas, pájaros y ratas , así como Stegodon, tanto grandes como pequeños. Sin embargo, la naturaleza empobrecida general de la fauna indica las dificultades que tuvieron los animales para llegar primero, y luego mantener un equilibrio en la isla. Las ratas gigantes y los reptiles aún persisten en Flores (o en las islas adyacentes)  pero los demás se han extinguido. Así, cuando los humanos llegaron por vez primera a la isla, se habrían encontrado una fauna nueva –recuerden que acababan de cruzar la frontera biogeográfica que separa Asia de Australia- que incluía al depredador dragón de Komodo, al cual jamás habían visto antes. Si estos primeros colonizadores fueron de baja estatura –como los Hobbits de un metro de Liang-Bua- entonces ¡les esperaban tiempos emocionantes! Se sabe bastante menos sobre la historia de la cobertura vegetal de la isla. Pero entonces, como ahora, tanto el paisaje como sus habitantes habrían experimentado cantidades variables de lluvia monzónica y se habrían visto sometidos a otras fluctuaciones climáticas , además de a numerosas erupciones volcánicas tanto en Flores como en el resto de islas que se encuentran a lo largo de la zona del “anillo de fuego” del Pacífico.

8 - ¿Qué hizo que el tamaño de estos hombres fuese tan pequeño? ¿Es la hipótesis de la "insularidad " de los tamaños de los mamíferos plausible, teniendo presente la existencia de, por ejemplo, enormes roedores?
Ciertamente, el enanismo isleño sigue siendo una explicación viable para el pequeño tamaño del H. floresiensis , pero no puede ser la principal razón ni la única. Si los ancestros del H. floresiensis ya eran de los pequeños cuando llegaron a Flores –tal hubiera el caso  si esos antepasados fueran los H. habilis o  algún miembro del grupo australopitecino - entonces tal vez podría no haber sido requerido un gran empequeñecimiento Tiene mérito ser eficiente energéticamente en una isla relativamente pequeña y empobrecida, y la regla de oro para el enanismo isleño es que los animales más grandes que un conejo se hacen más pequeños , mientras que los más pequeños que un conejo se hacen más grandes - por lo tanto, tendríamos  roedores gigantes, elefantes pigmeos y humanos  pequeños.

9.-¿Era el Homo floresiensis el Ebu Gogo de la leyenda de Flores?

¡Con esto entramos en el reino de la fantasía pura! La respuesta breve y pragmática a dicha pregunta sería: "probablemente no”. Pero esto deja todavía muchos espacios abiertos para la especulación sobre la posibilidad (verdaderamente  remota) de que los Hobbits sobrevivieran hasta una época tan reciente como esa del folclore local. La leyenda de Ebu Gogo ha sido objeto de serios estudio antropológicos, y no resulta inconcebible que la historia pueda tener alguna base real – aunque es una incógnita si la criatura de aspecto humano del cuento popular pudiera tener algo que ver con poblaciones remanentes de H. floresiensis. Me gustaría creer que fue posible, al menos, y todavía aparecen informes de nuevos hallazgos de grandes mamíferos de vez en cuando que, de alguna forma, no había podido ser detectados  hasta nuestros días. Así  que, ¡Larga vida al Hobbit!

10 - ¿Qué cree que condujo a la extinción del Homo floresiensis?

Nuevamente nos encontramos con que hay más teorías sobre este asunto que datos que las apoyen. Flores tiene una serie de volcanes activos, al igual que muchas otras islas a lo largo de este archipiélago sísmicamente activo. El registro geológico de las erupciones volcánicas - generalmente conservado en forma de cenizas cementadas -se remonta a más de un millón de años en la depresión de Soa, por lo que bien pudiera ser el caso de que el último grupo de hobbits que buscaron refugio en Liang Bua fueran aniquilados como consecuencia de una explosión catastrófica y la consiguiente destrucción de su hábitat. La más tremenda erupción volcánica del Cuaternario se produjo hace 74.000 años en el norte de Sumatra, pero no hay prueba alguna que indique que el polvo de esta erupción en Toba llegase tan al este como Flores. Aparte de que se cree que el Hobbit pervivió hasta mucho después de la explosión de Toba,  habiendo muchas capas de ceniza volcánica en los depósitos de Liang Bua así como expuestas en el paisaje de los alrededores, por tanto si hay que buscar un “culpable” volcánico probablemente haya que hacerlo más cerca de casa.

Otro posible candidato sería un período sostenido de deterioro climático, que podría haber afectado negativamente a la disponibilidad de recursos.  Pero seguimos teniendo una historia climática incompleta de la isla de Flores y de las adyacentes, al menos para una resolución temporal representativa de las vidas de las personas (de años o -a lo sumo- décadas). Luego llegó el Homo sapiens, que habría alcanzado el sur asiático oriental hace en torno a 60.000 años -o incluso antes- si nos basamos en las pruebas arqueológicas y genéticas disponibles.  Y no nos podemos olvidar de los peripatéticos Denisovanos  -¿Hasta dónde se propagaron en el sudeste asiático y, en tal caso,  cuándo lo hicieron? En caso de que los Hobbits se hubieran encontrado con los Denisovanos o con los humanos modernos  ¿qué habría resultado de ese encuentro? Las pasadas interacciones de nuestra especie con otras de nuestro género tuvieron a menudo nefastas consecuencias para los otros. No tenemos evidencia alguna que nos guíe en la cuestión de si los Hobbits , y los H. sapiens o los Denisovanos  interactuaron bien , o de si se cruzaron como barcos en la noche . Entre otras cosas, tendríamos que establecer cuando se produjo la llegada a Flores del Homo sapiens, así como si los Denisovanos llegaron a hacerlo alguna vez, así como su superposición espacial y temporal con el H. floresiensis. Basándonos en la arqueología y en los hallazgos fósiles de un solo yacimiento no podemos dar respuesta a estas preguntas, por lo que debería ampliarse la búsqueda de forma que abarcase nuevas localizaciones -y muy especialmente aquellas que pudieran servirnos para rellenar algunos de los vacíos temporales  del Pleistoceno Medio (período comprendido entre hace 780.000 y 130.000 años ) , que separan los yacimientos de la depresión Soa  (del Pleistoceno Inferior ) del de  Liang Bua ( correspondiente al Pleistoceno tardío y el Holoceno ).

11.-¿Cómo y cuándo llegó el género Homo a Australia? ¿Cómo cree que la llegada del ser humano pudo influir en la extinción de la megafauna Australiana?

La llegada de los humanos a Australia hace más de 50.000 años está sustentada por un creciente conjunto de pruebas. En la década de los 90, no era posible llegar a mediciones tan lejanas en el tiempo a través de la datación por radiocarbono, pero existía otro método de datación -la datación por luminiscencia – que sí tenía el potencial para hacerlo. De modo que apliqué dicho método en un par de lugares de ocupación humana del extremo superior de Australia y obtuve edades de entre 50.000 y 60.000 años. Algunos arqueólogos consideraron las edades de mis mediciones como demasiado antigüas, pero sus pareceres han cambiado gradualmente con el tiempo, según mejoraba la precisión de las mediciones tanto de radiocarbono y de luminiscencia como de otros métodos de datación. Incluso los arqueólogos más conservadores con la idea de una cronología corta, aceptan hoy  45.000 años como la posiblemente más temprana fecha para el primer desembarco humano en Australia, de modo que el intervalo de tiempo objeto de interés está ahora bastante bien ajustado. La velocidad a la que ésta gente se asentó por las distintas regiones del continente  resulta mucho más difícil de precisar, dado que, para nuestra frustración, disponemos de pocos lugares fechados más allá de los 40.000 años, siendo su distribución espacial muy irregular. Los restos esqueléticos conocidos más antiguos de seres humanos provienen de sudoeste de Nueva Gales del Sur- de las dunas que bordean el Lago Mungo - y éstos, al igual que el resto de los restos humanos descubiertos en el continente, son de H. sapiens. Pero los yacimientos arqueológicos más antiguos de Australia se encuentran en el extremo norte, donde no hay presencia de restos fósiles, y los grupos lingüísticos aborígenes son diversos, diferenciados,  y poseen unos  orígenes muy antiguos. Con esto, y dada la existencia de ADN Denisovano en los modernos australianos aborígenes y en los melanesios , sería oportuno  hacer una pregunta impertinente pero fundamental: ¿quiénes fueron los primeros fabricantes de herramientas que alcanzaron el norte de Australia?

La “megafauna” -un término que abarca a todos los marsupiales gigantes, y reptiles y aves que pesaran más de unos 44 kg- fue una de las primeras víctimas de la llegada de los seres humanos al continente. El clima en Australia ha sido siempre variable, secándose gradualmente el continente a lo largo de los últimos cientos de miles de años. Como resultado de ello, mucha de la megafauna había evolucionado hacia formas perfectamente adaptadas a vivir en parajes en los que la comida y el agua podían escasear. Resulta bastante difícil determinar cuántas especias podrían haber perecido incluso antes de que llegaran los humanos, porque el registro fósil es bastante escaso y de datación incierta -es como mirar por el lado equivocado de un telescopio que mirase a través del tiempo - la imagen se vuelve tanto más borrosa cuanto más atrás se viaja, mientras las evidencias se reducen tanto en cantidad como en calidad. A día de hoy, tenemos un escasísimo conocimiento sobre lo que pasó con la megafauna del Pleistoceno medio, pero parece que una gran proporción de las especies de dicha megafauna habrían sobrevivido hasta el Pleistoceno superior. No cabe duda de que las especies más comunes y extendidas - que incluían parientes gigantes delos vombátidos y  canguros actuales,  así como aves gigantes y el mayor depredador marsupial jamás conocido - pervivieron en algunas regiones hasta hace unos 40.000 años. Entonces ¿qué les hizo extinguirse? Lo más probable es que fuera una combinación de factores, pero el papel que jugaron los seres humanos fue decisivo. Un clima cada vez más seco pudo haber generado algo de estrés ambiental a la megafauna, acaso desplazándola hacia hábitats más favorables., pero ésta no se hubiera extinguido sin que  los humanos ejercieran una presión adicional, que podría haber tomado la forma de un bajo nivel de depredación de  individuos juveniles de la megafauna , o de la modificación de hábitats a través de la quema de vegetación – “agricultura de la quema" – o de un poco de ambas cosas.

De un lugar a otro probablemente diferiría, de acuerdo con las condiciones locales, la combinación de mecanismos, como sucede con las extinciones de hoy, pero el impacto humano fue el factor primordial. Al igual que los primeros Hobbits que desembarcaron en Flores se encontraron con un fauna que jamás habían visto con anterioridad, sucedió también con los primeros australianos. Y los gigantes desaparecieron en un período de entre diez y veinte mil años .

12 - ¿En qué está trabajando ahora? ¿Qué misterio de la evolución humana y de la arqueología sueña con resolver?

He pasado los últimos 25 años tratando de arrojar algo de luz sobre el momento en que los humanos llegaron a Australia, y sobre cuándo y por qué la megafauna australiana se extinguió, además de colaborar en proyectos relacionados con la evolución humana, su dispersión y la huella ecológica que dejamos en ciertas zonas de África, Asia y América del Norte. Y he sido muy afortunado de haber contado con el apoyo del Consejo de Investigación Australiano  que recientemente ha financiado un nuevo proyecto de investigación que me permitirá volver a algunos de mis temas favoritos y acercarme a ellos desde una nueva perspectiva. Esto conllevará  nuevas investigaciones sobre la prehistoria humana de Australia, Flores y Sulawesi,  permitiendo asimismo explorar nuevos territorios para la ciencia en el sudeste asiático continental y en el núcleo mismo de los Denisovanos del sur de Siberia. Estoy centrado en tratar de averiguar la especie que era, así como dónde y cuándo estuvieron, y lo que hicieron mientras vivieron allí, aplicando los últimos avances en geoarqueología, datación por luminiscencia y química arqueológica. Este proyecto también proporcionará el impulso necesario para crear un centro nacional para la ciencia arqueológica en Australia-una red de colaboración de individuos e instituciones afines de todo el país –mientras multitud de nuevos conocimientos de la historia humana pueden obtenerse a través de la aplicación específica de las tecnologías y técnicas de la ciencia. Además el centro nacional era algo que Mike Morwood esperaba que algún día viera la luz, de modo que estuvo encantado cuando nos llegaron esas noticias poco antes de su fallecimiento. Será una perfecta continuación de la pasión de Mike por los descubrimientos y las aventuras - ¿Quién sabe que nuevas sorpresas nos deparará el futuro?

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